Los dos misterios del rey

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESEE LA CORTE

OPINIÓN

27 ene 2023 . Actualizado a las 13:19 h.

El rey Juan Carlos ha tenido una buena noticia por primera vez desde que aterrizó en Abu Dabi. Esa buena noticia es, como sabe todo el mundo, que el fiscal suizo Yves Bertossa archivó la investigación por los famosos 100 millones de dólares (65 millones de euros) que Arabia Saudí le regaló hace trece años, en el 2008. El fiscal no pudo encontrar ningún hecho ni indicio que demostrase que ese dinero se le entregaba al rey en concepto de pago de una comisión por la construcción del tren de alta velocidad a La Meca.

Sería, en todo caso, la más extraña comisión de la historia: resulta que el Gobierno saudí, que encarga la obra, habría sido el pagador, cuando lo habitual (e incluso lo lógico) en este tipo de negocios es que, si hay comisiones por medio, las paguen los beneficiados por la concesión, que son las empresas constructoras. Esto es tan así, que ignoro por qué se ha fabulado ese ingreso, como no sea para llamar comisionista a un jefe de Estado, cosa que se hizo en algunos medios informativos. Como el fiscal Bertossa no tiene ningún interés en hacerlo, desmontó la novela de la comisión. Lo menos explicable, salvo razones de mucho amor o concepto de aparcamiento temporal del dinero, es por qué don Juan Carlos le dio ese dinero a Corinna. La señora se va de rositas, porque ha pasado tiempo suficiente para que hayan prescrito sus obligaciones fiscales. Finalmente se quedó sin novio, pero financieramente muy bien compuesta.

Pero esta no es una crónica rosa. Esta quiere ser la crónica de cómo se empieza a resolver el embrollo legal del rey emérito. Ahora faltan por archivar las investigaciones de la Fiscalía del Supremo. Resuelto lo del dinero saudí, quedan las causas de los pagos del empresario mexicano Allen Sanginés, la supuesta relación con un grupo que operaba en las Islas Jersey y el fraude fiscal, en principio resuelto con las regularizaciones fiscales. Como el retraso en ese archivo se justificó por la espera de la información de Suiza, ahora debería archivarse todo. Si no se hace ni se explica, estamos ante el segundo misterio: puede ser porque se sigue investigando o porque se está en una operación de deterioro de la institución monárquica. No descarto ninguna de las dos tesis.

Lo que descarto es cuanto se dice del retorno inmediato. Se publica que se está negociando en la Moncloa, pero no se dice quién; don Juan Carlos, desde luego no; Felipe VI, me extrañaría; por tanto, no me lo creo. Aquí lo que dificulta el retorno es, sobre todo, el lugar de residencia. Don Juan Carlos quiere volver a La Zarzuela, porque siempre ha sido su casa. Muchos no lo vemos en otro lugar, sometido al circo mediático, más recluso por el morbo y la presión periodística que en Abu Dabi. Y tampoco es cuestión de encerrarlo en un lugar secreto. La residencia es lo primero que hay que resolver. Si me apuran, antes que la cuestión judicial.