Podría ser, pero es mucho mejor ser prudentes

María del Mar Tomás Carmona MÉDICA MICROBIÓLOGA DEL CHUAC. INVESTIGADORA DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA (INIBIC) Y PORTAVOZ DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ENFERMEDADES INFECCIOSAS (SEIMC)

OPINIÓN

02 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si me hacen esta pregunta me gustaría ser optimista al respecto. Disponemos de un mayor conocimiento y un mayor desarrollo científico en relación al virus. Por un lado, existen vacunas con capacidad de adaptación rápida a las nuevas variantes que vayan surgiendo, y por otro lado, innovadoras líneas de investigación para el desarrollo de una vacuna universal frente a los múltiples coronavirus de la familia del SARS-CoV-2.

Además, se ha producido una revolución tecnológica en la detección de las variantes a través de la secuenciación genómica, al igual que en el desarrollo de innovadoras técnicas de diagnóstico rápido del virus con elevada sensibilidad. E igualmente, han surgido mejoras en el tratamiento de las infecciones por covid-19 en etapas iniciales de la enfermedad que evitan hospitalizaciones y fallecimientos.

Sin embargo, hemos aprendido que el virus puede adaptarse a las decisiones humanas y provocar nuevos riesgos para la población. Es muy probable que surjan nuevas variantes debido a la capacidad de supervivencia y evolución del mismo. De ellas, algunas no tendrán impacto clínico ni epidemiológico, pero otras podrían suponer nuevas olas epidémicas para la población. Es muy probable que en breve, la variante predominante en todo el mundo sea ómicron. Su capacidad infectiva es muy superior a las variantes previas (algunos investigadores la igualan al sarampión) y además presenta mayor capacidad de reinfección tras la infección natural. Y aunque su sintomatología podría presentar menor gravedad (especialmente en pacientes vacunados con dosis de refuerzo), es importante destacar que podría ser más perjudicial para la sociedad y el sistema sanitario, por ello debemos ser cautos. Algunos investigadores tienen la teoría de que esta variante podría ser el inicio del fin de la pandemia, pero mejor ser prudentes y continuar con la prevención y alerta para luego no arrepentirnos de las posibles consecuencias de la ausencia de medidas.

Por otro lado, habría que potenciar la investigación de tratamientos antivirales e incluso anticuerpos monoclonales adaptados a la nueva variante ómicron. Además, se requiere con urgencia mayor inversión en estudios y ensayos clínicos sobre las vacunas pancoronavirus o universales, de tal forma que tengamos herramientas eficaces de prevención para hacer frente a ómicron así como a las nuevas variantes que puedan surgir en países con menor tasa de vacunación, en pacientes crónicos y/o inmunodeprimidos, o reservorios animales.

Espero que el año 2022 sea conocido como el año de finalización de la pandemia permitiendo la vuelta a la normalidad real en nuestras vidas. Ello vendrá marcado por la ciencia, la innovación, por el trabajo del personal sanitario y sociosanitario, así como por profesionales de múltiples ámbitos, siendo clave la responsabilidad individual y colectiva junto con las recomendaciones de las autoridades sanitarias, entre otros muchos factores.