En busca del origen

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

ALY SONG | Reuters

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En el momento de entrar en el III Año del Covid-19, ya podemos hacer un balance porque lo conocemos todo. O casi. Sabemos que estamos en torno a seis millones de muertos en el mundo, 100.000 de ellos en España; seis olas superadas, cientos de miles de empresas cerradas; millones de trabajadores en paro, economías por los suelos, la depresión y la ansiedad instaladas desde Ciudad del Cabo a Muxía; un incremento desbocado de la desigualdad y los países más debilitados con unas perspectivas de futuro aterradoras.

Lo conocemos casi todo de lo ocurrido en los dos últimos años, pero nos falta averiguar lo más importante; lo que nadie es capaz de respondernos. ¿Cómo surgió el virus? En la ciudad de Wuhan, sí, pero ¿dónde? ¿En un laboratorio o por arte de magia? ¿Se fugó o lo fugaron? Porque resulta fundamental conocer el origen y cómo afloró para saber cómo hacerlo desaparecer.

Aunque la OMS, que tiene una capacidad de investigación a la altura de la desarrollada por el inspector Clouseau, el de La pantera rosa, sigue instalada en que hay que seguir investigando porque todas las hipótesis están abiertas, han surgido cientos de voces asegurando que el covid-19 fue creado en un laboratorio de Wuhan. Lo último que sabemos es que fueron producidos ocho virus, dos de ellos muy infecciosos para el ser humano. Que se manipuló genéticamente un virus similar al del SARS, añadiéndole partes de otros gérmenes de murciélago para «reproducirse bien» en células humanas, sin pasar por un animal intermedio.

Es ese oscurantismo y la falta de información lo que facilita las diferentes teorías, la gran mayoría creadas por los negacionistas, apoyándose en que no se hallaron señales en animales y que en Wuhan, curiosamente, existe un laboratorio que estudia la virología, microbiología aplicada y biotecnología. Y es ese desconocimiento el que hace que, al tiempo que nos dicen que puede estar desapareciendo, nos anuncian que se mantendrá, de diversas formas, hasta el juicio final.

Por eso resulta capital conocer su origen y evolución. Lo reclama la comunidad científica, a la que nunca tenemos en cuenta. Porque ese conocimiento contribuirá a evitar un desastre como el que vivimos y a que, en caso de que ocurra, seamos capaces de derrotarlo.