Cuidar la democracia

cristina gufé LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y ESCRITORA

OPINIÓN

Isabel Infantes

07 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El jueves 27 de enero estuvo en A Coruña para presentar su libro La joven democracia Manuela Carmena, exalcaldesa de Madrid. Parece evidente que, con independencia de las ideologías, despierta interés. Quizá lo más destacable de su intervención haya sido, por las veces en las que se refirió a ello, la necesidad que tenemos de cuidar la democracia. 

Fernando Savater, en Política para Amador, se refiere a la democracia como la gran invención griega. A diferencia de otras culturas, los griegos se apasionaban con lo humano, de modo que hicieron posible un sistema político que pone de manifiesto los defectos, pero también nuestra específica capacidad (siempre en proceso de perfeccionamiento) que es la racionalidad. Los que se oponen a la democracia creen que unos votos valen más que otros, ya que, según aducen, no todos entienden de política, ni saben lo que es mejor. Sin embargo, la democracia acoge las diferencias, la conflictividad, los desniveles sociales, culturales e ideológicos y abre las puertas a la igualdad de oportunidades, porque si hay algo que tenemos todos en común es la posibilidad de reflexionar y dialogar para desarrollar la conciencia de lo que es bueno para la comunidad; y si los que ostentan el poder no muestran competencia, siempre los podremos revocar.

Pero la democracia es frágil. Decía Manuela Carmena que hemos de cuidarla; como a una planta a la que proteger de los excesos o la falta de luz, de la carencia o la abundancia de agua. Siempre aparecen aspirantes a tiranos que saben lo que es bueno. Aunque eso fuera cierto, no nos interesan, porque el bien público es una conquista pública, y ningún ser humano solo o ningún fundamentalismo religioso son precisos en política.

Capacidad de escuchar y no de insultar al que piensa de otro modo, formación cultural que nos ayude a argumentar mejor. Después la partida. El reparto de las cartas que nos permitan jugar al bien y a lo justo, al ideal (con el faro de la utopía emitiendo destellos) y el sueño de una vida mejor para los que llegan a este mundo.

Las palabras clave no son defender a, luchar por, con sus connotaciones bélicas, al referirnos a la democracia, advertía Manuela Carmena, sino cuidar. Teñir la vida pública de vida doméstica. Con la dedicación con la que preparamos un pastel para una merienda entre amigos, con la educación con la que el anfitrión los recibe, así los políticos deben ocuparse de extender el cuidado a toda la sociedad.