Presos de ETA: ¡y en esto llegó Sánchez!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Emilio Naranjo

13 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La posibilidad de que los presos etarras salieran de la cárcel estuvo durante años en la mente de millones de españoles porque la posibilidad de negociar lo que se llamaba mendazmente paz por presos (no hay paz cuando no hay guerra) fue sondeada por todos los gobiernos democráticos (los de UCD, PSOE y PP) mientras los terribles crímenes de la banda eran la peor pesadilla del país. Nadie llegó a expresarlo mejor que un hombre que durante años se jugó la vida como pocos en la lucha política contra ETA, Fernando Savater, cuando afirmó que «los etarras tienen, o creen tener, la llave de la cárcel».

Sin embargo, y contra el deseo de tantos amigos de ETA empeñados en convencernos de que la negociación era la única salida para lo que llamaban «el conflicto vasco» (ninguno ha reconocido aún su grave error político y moral), la llave de la cárcel se la quedó el Estado democrático, que utilizando todos sus medios legales, pero solo estos, acabó venciendo a ETA: los terroristas no se rindieron por haber llegado a la convicción de que eran unos criminales sino porque se vieron derrotados por el Estado, que no les iba a permitir ya (bendita ley de partidos) la indignidad de matar y estar en las instituciones.

Por eso comparar la acción de los gobiernos democráticos que lucharon contra ETA y las negociaciones que ahora mantiene Sánchez con sus presos es una burda forma de falsear la realidad. Según hemos sabido por la Guardia Civil, el ministro de Interior (que jamás lo haría sin la autorización del presidente) negocia activamente con los presos de ETA. Lo hacen en su nombre Ángel Ortiz, director de Instituciones Penitenciarias; Joseba Azcárraga, portavoz del movimiento de apoyo a los presos (Sare); José López Ruiz, alias Kubati, condenado a 1.200 años de prisión por 13 asesinatos (entre ellos el de Yoyes, la etarra que quiso dejar de serlo), y Julen Arzuaga, parlamentario de EH-Bildu y abogado de etarras. Por supuesto por el medio anda también —pues es la salsa de todos los guisos, más cuanto más estomagantes— el «hombre de paz», en palabras de Zapatero, Arnaldo Otegi.

La lectura del dosier de la Guardia Civil muestra hasta qué punto vergonzoso los etarras mangonean a Instituciones Penitenciarias, indicando qué presos deben obtener privilegios o cómo deben emparejarse unos y otros en las cárceles. La perversa situación se expresa con toda su desvergüenza en este infame mensaje que Arzuaga traslada a los presos: «Hala, a pasar lista de prioridades». ¡Qué bonito!

Eso pueden hacerlo, claro, los etarras, pero no los restantes presos españoles, por una sencillísima razón: porque de los votos de EH-Bildu, parte esencial de todo ese siniestro entramado, depende que Sánchez continúe en el poder. Vista su trayectoria, no es de extrañar lo que está haciendo. Sí asusta, sin embargo, que tantos españoles acepten tan sucia trapisonda, que nos avergüenza a todos, empezando por las víctimas de ETA y por quienes resistieron sin cesiones su sobrecogedora historia criminal.