España necesita un sueño

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

vítor mejuto

11 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los grandes políticos no son recordados fundamentalmente por sus hechos, transformaciones económicas o estructurales, sino por sus ideas. Churchill salió de una guerra que ganó y no lo reeligieron presidente. Sin embargo, lo recordaremos siempre por sus aportaciones humanísticas, su personalidad arrolladora y su capacidad para transformar un país derrotado en una tierra victoriosa. John Fitzgerald Kennedy sigue apareciendo en los noticiarios. En su país lo veneran. Los de su partido y los de enfrente. En tres años de mandato, solo tres, consiguió que los sintagmas derechos civiles, libertad y educación ocupasen el frontispicio de todos sus discursos. Ambos, Churchill y Kennedy, fueron capaces de transformar la mentalidades de sus respectivos países y, por extensión, de todo Occidente. En España no hemos tenido políticos de ese jaez. El más cercano ha sido Felipe González. Paseó España de punta a punta, en los inicios de los años ochenta, asegurando que el cambio era posible. 

El cambio no era una expresión económica o administrativa. El cambio significaba dar a los de abajo una oportunidad para llegar arriba. Después, sus palabras se convirtieron en ceniza, como la España que dejó en 1996. Pero lo recordamos todavía. Fue el último sueño de esta tierra a la que le han prohibido soñar.

Dijo Kennedy: «El gran enemigo de la verdad a menudo no es la mentira, deliberada, artificial y deshonesta, sino el mito: persistente, persuasivo y poco realista». El mito que padece nuestra sociedad es el progresismo. En nombre del progresismo se han cancelado todas las voces discordantes: aceptas el precepto socialdemócrata o eres considerado un apestado.

Hablo desde el punto de vista intelectual. La satrapía de lo políticamente correcto todo lo ha inundado. Nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad modelada desde las leyes educativas con la total aquiescencia, o el silencio, de la intelectualidad española. No solo las leyes, sino también el marco referencial de proyección ideológica: pantallas, redes, etcétera. Los comunicadores muestran una desconsideración absoluta con todo aquello ajeno al canon progresista.

¿Nadie se ha preguntado por qué no hay cómicos de derechas? ¿Por qué todos los gracejos contra la derecha parecen naturales y los contrarios no existen? ¿Si uno se declara católico, en un país con un 70 % de católicos, debe abjurar de sus credos y no manifestarlos? Vienen muchas preguntas a los dedos. Y de los dedos a esta columna que escribo con la convicción de que España precisa un sueño. Ilusionarse otra vez con un cambio histórico: la tolerancia frente a la intolerancia progresista, las aspiraciones, el mérito y el esfuerzo, el pensamiento libre, la cultura abierta, la verdad contra la posverdad. España necesita un sueño. Ojalá Núñez Feijoo sepa entenderlo.