
España tiene un ADN ganador que triunfa en el deporte. Dos son sus ejemplos más claros. De Tarifa al palacio de la Magdalena en Santander. De las islas Baleares al cabo de Fisterra. Los dos máximos emblemas de ese gen invencible son el Real Madrid y Rafa Nadal.
El Real Madrid ha ganado su decimocuarta Copa de Europa, como Nadal puede sumar hoy su decimocuarto título en Roland Garros. No es casualidad. Nadal es madridista convencido, como lo son miles de españoles a los que el fútbol luchador del Real Madrid ha emocionado este año hasta el límite.
Corazones blancos que han disfrutado con otra Champions por el camino más duro que ha tenido un equipo en años de historia del torneo. El Real Madrid ha eliminado al millonario PSG, al que era el campeón del torneo, el Chelsea, y al Manchester City de Guardiola, todos ellos en teoría máximos favoritos. Luego le ganó la final al Liverpool, otro enemigo tremendo.
Todos mordieron el polvo ante la ambición blanca. Como viene haciendo Nadal con sus rivales en la arcilla de París. La Voz de Galicia, en un ejercicio de pluralidad, ha publicado opiniones dispares, pero no suscribe que la lectura de un título impecable sea en absoluto una fábrica de antimadridismo como se ha escrito.
Al contrario. Este Madrid, que ha superado —como es marca de la casa— todas las dificultades, ha educado a miles de chavales en que nunca hay que rendirse hasta el final. Lo hace el Real Madrid en un ejercicio de fortaleza y tesón ejemplar, como también lo representa habitualmente Nadal en sus duelos. Esperemos que hoy también, en la final de Roland Garros.
España triunfa en el deporte, porque el Madrid enseña el camino desde hace décadas con una cosecha de trofeos sin precedentes. El ADN ganador de España en el deporte pasa necesariamente por la Cibeles. La Voz de Galicia sabe mejor que nadie lo difícil que es ser líder. Y mantenerse en lo más alto; y, aunque fomenta el debate, está con todos esos madridistas a los que cada título del Real Madrid les hace volver a sentirse felices al conseguir en buena lid su trofeo más preciado. Es el momento de aplaudir al Madrid y de animar a Nadal hasta la última bola.