Plumeros

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

José Manuel Vidal | EFE

05 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La práctica de la medicina enseña a distinguir lo que es la queja de lo que es la demanda. Se pueden presentar quejas que solo son metáforas de una demanda que no se verbaliza; podemos pedir ayuda por sufrir fuertes cefaleas cuando en realidad lo que tenemos es un quebradero de cabeza de difícil solución, donde evidentemente los analgésicos no resultan eficaces a pesar de su abuso; o se puede consultar por un montón de patologías cuando la demanda que las sostiene es conseguir una incapacidad.

También podemos quejarnos de encontrarnos mal cuando lo que queremos es que no nos molesten, o mentir una congoja para conseguir un deseo que cuesta expresar.

Toda comunicación humana tiene un contenido manifiesto y otro latente, la esgrima de las relaciones consiste precisamente en escuchar y verificar el mensaje manifiesto valorando la congruencia o no entre lo que se dice y lo que se percibe que late detrás; unas pesquisas las lleva a cabo nuestro cerebro racional y otras el emocional.

Hay veces que lo que te dicen y lo que sientes cuando te lo dicen son congruentes y surge la empatía; otras veces es todo lo contrario y brota la ira y la agresividad.

Digo esto porque, escuchando con los ojos los discursos políticos de las próximas elecciones andaluzas y de la política en general urbe et orbi, uno constata la verdad de todo lo anteriormente escrito.

¿Las razones de Putin son congruentes con lo que demanda o da la sensación de que hay algo que no dice? Ídem pasa con lo que dice la OTAN, idem eadem idem con la política en general. Falta congruencia y los mensajes huelen a pólvora de populismo y falsedad. El problema está en que, ante este panorama, el voto no es racionalmente libre ni cautivo, es fugitivo y emocional. Así nos va.

Se les ve el plumero desde lejos, pero hay que optar y acabar votando desde la emoción al que te caiga mejor o te de más pena.

La expresión «se le ve el plumero» es posterior a la Constitución de Cádiz, donde quedó instituida la Milicia Nacional que defendía ideas progresistas y llevaba un gorro con un penacho de plumas que los hacía visibles desde la lejanía. Sea lo que fuere, el plumero, la gomina, el pelo verde, el flequillo kaleborroko o la calva truenos y relámpagos, el caso es que no se ve nada que vaya sin adornos que asomen tras sus manifestaciones y hay que escapar del disparo ideológico a traición.

Acabo con una despedida quevediana: hablaré de esto más largo y claro, que ahora ya estoy tal que la habla me duele y la sombra me pesa.

¡Qué fatiga!