Psicología: la técnica de curar a través de la palabra

OPINIÓN

Martina Miser

30 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A la psicología no le resultó fácil encontrar lugar en lo que se refiere a su campo de conocimiento, planes de estudio, etcétera. Desde el Tratado del alma como la denominaba Aristóteles en el siglo IV a. C., hasta la actualidad, convertida en actividad profesional, ha atravesado vicisitudes. Tal vez un grado de incertidumbre en relación con su estatuto epistemológico sea inevitable al ocuparse del ser humano en las facetas más profundas del psiquismo. Es una disciplina integradora de los saberes humanísticos. Materias como Fundamentos biológicos de la personalidad, Estadística —que se precisa para la aplicación de los test—, Fisiología, Trastornos de conducta, entre otras, son necesarias, pero sin olvidar el arte —algo que Freud admitía, por ejemplo, en las aportaciones de la Literatura—. Lo que está en juego es nuestra realización personal.

Ha sido definida como la ciencia de la conducta humana. Lo que resulta indudable es que la psicología, desde que se empezó a estudiar en las universidades, no ha dejado de ganar prestigio y reconocimiento como saber y profesión de indudable valor.

Los recién licenciados a finales de los años 70 del siglo pasado se veían a veces en la situación de explicar a sus familiares o amigos qué habían estudiado. Se les llamaba «pakistaníes»; en un juego de palabras significaba que eran «de Pakistán» porque no se sabía «paquestán». En la actualidad conocemos la misión del psicólogo y podríamos expresarlo de diferentes modos, pero si hay algo que caracteriza a estos profesionales es que se dedican a escuchar.

La curación por la palabra, por la conversación, es posible. Nada se va a lograr sin atención. No son muchos los que saben escuchar, la prisa no nos permite atender. El mejor psicólogo será el que escuche con afecto —se necesita tiempo—, porque solo así será capaz de comprender, de alcanzar la profundidad en la comunicación que una persona precisa si acude a una terapia. En psicología se profesionaliza algo natural en la vida humana que es la amistad. Se precisa la interlocución para oír cómo retumba el propio relato. La base de la cura se esconde en la fuerza de la narración que irá incrementándose en la medida en la que el psicólogo se concentre en su capacidad de escucha. Será él quien deba admirarse por lo que descubre. De poco le valdrá lo que aprendió en la universidad si no está dispuesto a dejarse sorprender por lo que el paciente desvele en relación con el insondable misterio que es cada ser humano.