Todo natural como los venenos
OPINIÓN
En la botica que regentaba en el paseo de los Puentes de A Coruña no había un día en el que no me solicitaran algún remedio «más natural» que las pastillas para paliar alguna dolencia, a lo que invariablemente respondía que conocer las sustancias naturales es una ciencia amplia y extensa que requiere estudio.
Siempre he puesto el ejemplo de que la cicuta es también natural y mortífera, tanto que los médicos la equiparan al efecto de una inyección letal. Quizás, por procurarse una eficaz y rápida muerte, Sócrates la utilizó para acabar con su vida, un privilegio —morir sin mucho dolor— solo dedicado a las clases altas. Y es que nuestra quimiofobia actual no nos permite reconocer que es precisamente la naturaleza la que nos ha proporcionado los venenos más mortíferos. En el caso de Sócrates, la catedrática de Inorgánica Adela Muñoz Páez asegura que para evitar el vómito de la sustancia es probable que la copa de cicuta llevara también una mezcla de opio y alcohol, ambas sustancias también naturales, que evitaron que el cuerpo expulsara el tóxico.
El mejor tratado de venenos son las novelas de Agatha Christie (1890-1976). La mayoría de sus misteriosos crímenes son perpetrados tras el anonimato de una sustancia que produce síntomas similares a una enfermedad natural, por lo que no se suele hacer autopsia y los convierte en «crímenes perfectos». Christie se hizo experta trabajando en la farmacia de los hospitales de campaña durante las dos guerras mundiales que sufrió Europa. En 1977, la novela El misterio de Pale Horse salvó la vida una niña de 19 meses, ya que la enfermera Marsha Maitland, lectora de Christie, sugirió que podía tratarse de un envenenamiento con talio, dato que se confirmó tras un análisis.
Otras muertes por venenos de personajes históricos fueron el suicidio de Cleopatra, por la picadura de un áspid, y el asesinato de Claudio César, que creyó tomar champiñones y murió por ingerir la mortífera y natural amanita phalloides. El cianuro fue la sustancia de los nazis y Hitler la utilizó para suicidarse. El cianuro se encuentra en la yuca y en las almendras amargas en gran cantidad, y en más de 300 frutos secos y semillas en pequeñas cantidades.
Por cierto, en estas fechas, afortunadamente, ya se ha agostado la cicuta de nuestros parques y leiras. La cicuta es una de las hierbas más comunes en nuestra primavera, tiene unas hojas similares a la del perejil y también se puede confundir con el hinojo. La naturaleza es lo que tiene, nos da remedios y venenos y en este caso, más que en otros, la atrevida ignorancia nos puede costar la vida.