La dieta atlántica, un escudo para nuestra salud

Cristina Trigo Barros ESPECIALISTA EN ENDOCRINOLOGÍA Y NUTRICIÓN. HOSPITAL RIBERA POVISA

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

29 ago 2022 . Actualizado a las 09:10 h.

Los hábitos alimentarios de una población constituyen un factor determinante de su estado de salud. En Occidente, una alimentación inadecuada se relaciona con numerosas enfermedades de elevada prevalencia y mortalidad, como las cardiovasculares, algunos cánceres, obesidad, osteoporosis, anemia, caries, cataratas o ciertos trastornos inmunitarios.

La dieta atlántica, que forma parte del estilo de vida de los gallegos y cuyos efectos sobre la salud y la longevidad son evidentes, contiene los ingredientes para prevenir además enfermedades cardiovasculares, obesidad o diabetes. Con pescados y mariscos como protagonistas; abundantes verduras, hortalizas y frutas; aceite de oliva como aderezo e hidratos de carbono, lácteos, carnes e ingesta moderada de vino tinto.

Las personas que consumen regularmente frutas y verduras (más de cinco raciones diarias frente a menos de tres) tienen menos riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, ictus isquémico y hemorrágico y menor mortalidad por dichas patologías. Los ácidos grasos omega 3 (pescado azul y ciertos mariscos) tienen un papel protector en la arteriopatía isquémica y los factores de coagulación, y también las frutas y verduras, especialmente las coloreadas intensamente (espinacas, zanahorias, melocotones, moras, fresas).

La nutrición también ha demostrado tener un papel relevante en el estado cognitivo y mental. El ácido oleico y el ácido fólico presentan un papel protector frente al declive cognitivo.

Existe además una estrecha relación entre nutrición, inmunidad e infección. El consumo elevado de frutas y hortalizas y los suplementos con polivitamínicos, antioxidantes y vitamina B6 mejoran la respuesta inmunitaria en ancianos y reducen los episodios infecciosos.

La ingesta abundante de frutas y verduras tiene también un claro efecto preventivo sobre el cáncer y las vitaminas antioxidantes presentan efectos protectores ante el cáncer de pulmón, nasofaríngeo, de esófago o mama, entre otros.

La ingesta de un individuo es una mezcla compleja de alimentos, cada uno de los cuales es una combinación complicada de nutrientes. Modificar un componente produce cambios en otros, efectos sobre factores de riesgo y, posiblemente, sobre la salud. Es difícil determinar en qué proporción la dieta es responsable de la aparición de estos problemas de salud, pero existe acuerdo en que las modificaciones dietéticas pueden disminuir sustancialmente estas enfermedades. Un menor consumo de productos frescos, de temporada, locales o ecológicos puede, a la larga, tener consecuencias en la salud, aumentando el riesgo de estas patologías.