La BBC cumple en octubre cien años y afronta ese simbólico aniversario en aguas turbulentas. Este icono de la cultura anglosajona afronta recortes y despidos. El dimitido Boris Johnson ordenó al Gobierno congelar el impuesto que pagan por ella todos los británicos que tienen televisor. Además, tendrá que donar un pellizco de sus ingresos para expiar la famosa entrevista que le hizo a Diana de Gales en 1995 tras presionarla con papeles falsos.
Esta semana se palpó que la cadena pública británica sigue siendo una institución clave en los engranajes del Estado. Desde el minuto uno del anuncio sobre la salud de Isabel II, su narración fue observada con lupa para tantear la gravedad de la situación. Con un esmero casi maternal, sus presentadores fueron preparando durante horas a los espectadores para el desenlace, primero con corbatas y chaquetas negras y, después, con eufemismos y mensajes cada vez más explícitos a medida que se acercaba la hora. De hablar de preocupación pasaron a referirse a una reina «extremadamente enferma» y de «prepararse para lo peor». Entonces, en una coreografía perfecta, se hizo un largo silencio sobre el plano fijo de una bandera a media asta. A continuación, el veterano periodista Huw Edwards leyó el mensaje que llevaba años ensayando.