Después de más de treinta años de crisis de la socialdemocracia en Europa, ahora es la crisis de Europa la que llama en la puerta de la socialdemocracia. Y eso, porque una ideología construida desde valores orientados a la satisfacción igualitaria de las necesidades primarias de los ciudadanos vuelve a ser necesaria cuando la precariedad del bienestar se hace evidente.
El debate político en Europa y en España se ha ideologizado porque los ciudadanos con rentas medias han percibido riesgos hasta ahora ajenos, y porque esa percepción de riesgo ha nutrido de dos emociones, preocupación y miedo, el futuro.
Por eso el PP se ha lanzado a esta campaña sobre la bajada de los impuestos, hablemos del bolsillo, y por eso el PSOE ha focalizado la cuestión como una lucha entre clases. Feijoo comenzó por el patrimonio, y con ello dio una oportunidad al PSOE para diferenciar entre los que tienen patrimonios fiscalizables y los que no los tienen. Y como eso entra de lleno en los temas clásicos de la socialdemocracia, el PP se ha apresurado a volver la vista a las clases medias proponiendo una bajada del IVA a los productos de primera necesidad.
No es una anécdota, la izquierda española había dejado a un lado los temas centrales de la socialdemocracia para orientarse a los -ismos de nuestro tiempo, el feminismo, el ecologismo o el pacifismo. Hace más de cuarenta años que los valores de estos -ismos se han incorporado a los partidos de izquierda como propios; el PSOE de Zapatero, con la guerra de Irak o el matrimonio igualitario, hizo de ellos la nueva identidad del partido, y desde entonces la competición electoral del PSOE se orientó a estos targets antes que a sectores medios de la población.
Ahora la crisis y la percepción aún mayor de riesgo para el bienestar han desplazado el foco hacia el centro de la socialdemocracia, al debate por el bienestar de los sectores medios y no de las preferencias de unos asuntos concretos.
La política va de lo que se percibe, y muchos votantes del PSOE que habían sentido que su partido ya no se ocupaba de ellos, perciben ahora que los temas de energía, de impuestos, que la intervención de los estados en el «libertinaje» de los mercados, sí va con ellos, y que la Europa liberal los acompaña.
No tengo claro si el giro estratégico de Sánchez es definitivo o responde simplemente a un impulso de la competición; lo que digo es que Europa vuelve a mirar a los valores de la socialdemocracia por necesidad, y que para Sánchez, y para el PSOE, son una oportunidad que le devuelve a targets perdidos.
La posible extensión de la excepción ibérica, que ya reclaman varios países, es el grito de Europa llamando a la puerta de la socialdemocracia, y no se puede hacer desde la tecnocracia, como intentó Draghi, hay que hacerlo desde las ideas y los valores, porque de otro modo surgen las Meloni.