El largo adiós

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

HANNIBAL HANSCHKE | EFE

17 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Disculpará el maestro Chandler el plagio del título. Es, sin duda, la mejor novela negra que conozco. Quizá la única gran novela negra de la historia de la literatura. Este género se ha convertido en el cajón de sastre en el que cabe todo tipo de fechoría literaria. No digo que los escribidores no estén en su derecho de escribir (más bien, perpetrar) fruslerías que nada tienen que ver con el arte; lo único que pretendo afirmar, y sin reparos, es que la literatura es otra cosa. 

Dejémoslo. La novela negra, que es un género en ascenso, debía preocuparse más por la estética y menos por los muertos que encabezan todos, o casi todos, sus argumentos. Me gustan Camilleri, Márkaris o Mankell, que también flojean en originalidad, pero que han sido capaces de construir mundos reconocibles. Y me fascina John Banville, que cuando escribe en negro se hace llamar Benjamin Black. Pero The long goodbye es otra cosa. Es una obra maestra del género y de la literatura.

Decía que he robado el título para esta columna. Quizá debiera pausarlo. Por ejemplo: el largo, tedioso e insoportable adiós. Aunque no lo parezca, estoy escribiendo sobre el Gobierno actual de la Moncloa. Creo que es imposible, ni con sus aguinaldos, que siga gobernando España tras las próximas elecciones.

Digo aguinaldos y usted, lector, comprende que hablo de la subida de sueldos y pensiones. A cambio de ello, las cotizaciones de las empresas por trabajadores que ganen más de 54.000 euros subirán considerablemente. También suben los impuestos, los que paga la clase media, que es la que sostiene de verdad este país. Y el paro, que la señora Díaz presenta como ejemplo de su gestión, es de los más altos de la Unión Europea. El doble de nuestra vecina Portugal, por poner un ejemplo cercano y socialista: no todos los socialismos son iguales, obviamente; y el de Sánchez, para nuestro desasosiego, se distingue claramente.

También somos líderes en previsiones económicas espléndidas. Fundamentándose en ellas, se asegura que creceremos un 2,1 % el próximo año. El FMI dice que lo haremos un 1,2 % y el Banco de España, un 1,4 %.

Pero no acaban ahí los dislates. Uno, que nos afecta mucho a los gallegos, parece el vivo ejemplo de la desidia gubernamental: los pescadores de fondo no pueden pescar en 87 zonas atlánticas. A Europa poco le importa, lo que significa la pesca en su PIB es bien poco. A España, lo mismo. Quizá por ello nuestros mandatarios se han cruzado de brazos durante años mientras los medioambientalistas de la corrección política que gobiernan la pesca redactaban, perpetraban (como las malas novelas negras), este golpe funesto para Galicia.

Ahora presentan recurso a Bruselas para arreglar lo que se ha desarreglado. Estamos, como dije al comienzo, viviendo el largo adiós de Sánchez. Es el Gobierno de la gente. ¿De qué gente?, me pregunto.