Los negros de Europa

Manuel Blanco Desar
manuel Blanco Desar EUROPA NOSTRA

OPINIÓN

MARK MARLOW | EFE

18 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Somos un país tercermundista. Eso es lo que le espeta el protagonista de The Commitments a la funcionaria cuando esta le pregunta si no ha encontrado algún empleo después de llevar cobrando el paro durante dos años. La película es una pieza maestra de historia económica, ambientada entre los 80-90 en los arrabales del norte de Dublín. Todo es patético: viviendas sociales deterioradas, calles sucias, niños que meten caballos en los ascensores,…

Los irlandeses somos los negros de Europa. Así convence a los chavales de que es buena idea formar un grupo soul, mientras les muestra películas de James Brown, que es más de funk que de soul. Ellos se miran, blancos como la leche, pecosos, y terminan asumiendo su negritud. Sí, eran los negros de Europa.

Han transcurrido treinta años desde que se estrenó la película. Treinta años no son nada en términos históricos. Sin embargo podemos preguntarnos por qué España ni ninguna de sus comunidades autónomas fueron capaces de seguir la senda de desarrollo irlandesa. Es una pregunta incómoda pero indispensable para dejar de leer noticias tan lúgubres como la publicada hace poco en este periódico, pero no en otros: España registrará este año la segunda mayor caída de los salarios reales entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Solo Grecia lo hará peor, como suele suceder desde los 80. Mientras nos distraen con lo de siempre y nadie se centra en lo vital.

Los más perjudicados de esta pertinaz incompetencia son los jóvenes, los proletarios y los trabajadores mileuristas. Los proletarios porque han de dividir sus salarios entre sus proles, y los restantes trabajadores porque no podrán comprar tantas patatas, aceite y huevos para hacerse la modesta tortilla que un año antes era un 34 % más barata.

Frente a esa triste realidad solo oímos cháchara economicista y propuestas chavistas o peronistas. Congelar los precios con amaños desde el Gobierno, una canasta básica para pobres…

No queremos ser como Venezuela ni como Argentina, queremos ser como Irlanda. Ganar buenos salarios, no depender más de la escasa generosidad de Bruselas, ni de subsidios caritativos.

El cine es un gran notario. Antes de The Commitments vale la pena ver de dónde arrancaron los desarrollados, como consta en la película La gran hambruna —Black’47— o en Las cenizas de Ángela —Angela’s Ashes—. Aquí nos quedamos infra-desarrollados. Al menos aprendan a copiar para mejorar el destino de nuestros jóvenes, de nuestros proletarios y de nuestros trabajadores. Los irlandeses no tienen técnicos comerciales del Estado, pero sí excelentes resultados.