La trompeta entra en Strange Fruit como un chispazo directo al corazón. «De los árboles del sur cuelga una extraña fruta». Empieza así una de las piezas míticas de Billie Holiday que llegó a ser considerada por la revista Time como la canción del siglo XX. Es un alegato contra los linchamientos de personas negras en Estados Unidos. La interpretó por primera vez en 1939 en el café Society, el pionero en servir por igual a negros y blancos. El lugar equivocado para la gente correcta, escribió un periodista. Eran tiempos en los que a la propia Holiday no la dejaban subir en los ascensores. Tenía que tomar los montacargas. «Sangre en las hojas, sangre en el corazón», sigue la pieza. La dura lucha de una mujer que tuvo una vida difícil, al margen de sus virtudes artísticas. Muy distinta, sin duda, a la del rapero Kanye West, cuyos ingentes ingresos se han visto menguados tras la rescisión de sus contratos por parte de Adidas y otras firmas. Lo echaron por su deriva racista. A los dueños de la marca de ropa deportiva germana no les importó la inmediata bajada del 4 % de sus acciones por la ruptura con West y acabaron con una relación tóxica. Otro rapero, Kirshnik Khari Ball, conocido por Takeoff, fue asesinado a los 28 años en la noche de Halloween. El hombre llevaba una vida plagada de incidentes, pero no fue el único del sector atacado recientemente. En septiembre, Rakim Allen, PnB Rock, halló la muerte en Los Ángeles. Lo asesinaron a tiros en un restaurante. A veces, la crueldad se vende como las hamburguesas. Visto lo visto, el rap parece una actividad de riesgo. El sábado, en una conferencia, dijeron que Enrique Labarta Pose (1863-1925) fue el primer rapero de Galicia. ¡Vaya! Igual por eso sufre un injusto y sonrojante olvido.