Miserables de hoy

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

ANGEL MANSO

17 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy leemos o vemos Los Miserables de Víctor Hugo y nos parece una obra épica, cargada de compromiso social, pero sobre la sociedad francesa del XIX; como si la miseria no fuese cuestión actual en nuestra sociedad. Ni siquiera parece políticamente correcto hablar hoy de miserables. Nadie diría ahora que «hay un punto en el que los infames y los desafortunados se mezclan y confunden en una sola palabra fatal: los miserables». Somos más de eufemismos, de llamarles excluidos o desfavorecidos.

Resulta más fácil llamar a las cosas por su nombre que a las personas. Nos han convencido de que en este país la sociedad es homogénea y solo se compone de clase media. Todos somos clase media. En los márgenes de la misma asumimos que malviven algunos pobres de solemnidad (desafortunados) y algunos delincuentes (infames). Para los primeros contamos con instituciones caritativas, pero están deslegitimados social y políticamente; para los segundos disponemos de una institución legítima, la cárcel.

A ambos podemos llamarles marginados o desclasados porque, de hecho, se quedan fuera del sistema de clases. Sin embargo, también podemos llamar desclasados a los que, perteneciendo a una clase social, se consideran de otra superior; por ejemplo, los trabajadores autónomos que montan negocios familiares de hostelería o pequeño comercio y se creen empresarios de clase media-alta. Hay más desclasados y excluidos.

En cierto modo son excluidos los jóvenes que, a pesar de su buena formación, no tienen aquí expectativas de carrera profesional y se ven obligados a emigrar. Claro que el latiguillo de que son la generación mejor preparada de la historia se viene repitiendo desde los años noventa. Esos jóvenes sin futuro en su país fueron protagonistas del 15-M, movimiento que no generó un antagonismo de clase, porque la mayoría procedía de la clase media aspiracional. Esos jóvenes, con carrera, dos másters y tres idiomas, pueden considerarse excluidos y hasta desclasados, pero nunca serán miserables.