Edu Botella | EUROPAPRESS

26 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de una cacería». Esta frase de Otto von Bismark palpita en estos tiempos electorales. Mentir bien es una forma de talento, pero ser capaz de descubrir la mentira lo es aún más. El problema de identificar las mentiras electorales es complicado porque lo que se propone es siempre lo mismo, un mundo maravilloso desde la dicotomía entre izquierda y derecha, como si aún fuera posible pensar en un mundo dividido entre los desalmados capitalistas y una explotada clase obrera hipotecada hasta la jubilación. La gente o es del Barça o es el Madrid, hay quien es del equipo de su pueblo, pero esto no es más que una ilusión de alternativas, igual que ser de centro, que no es más que un invento neoliberal para no ser confundidos con beatos de las viejas guardias ideológicas. 

La gente es de derechas o de izquierdas como es del Barça o del Madrid, generalmente por motivos irracionales y por una cuestión psicológica muy importante: que nuestro cerebro está acostumbrado a trabajar con categorías, o esto o lo otro, a operar con dualidades fáciles y cómodas de aprender porque el malo siempre es el otro y uno se exime de toda responsabilidad. Todos los contrarios mienten. Solo así se explica el maniqueísmo de ver todo tipo de maldades y corruptelas en unos Gobiernos y no verlos en aquel del que somos simpatizantes. La discusión entre buenos y malos en política es tan insostenible desde el punto de vista intelectual que produce pena ver a nuestros políticos en esa discusión eterna y pueril del «y tú más». ¡Qué fatiga!

Más claramente: todos los políticos sean de derechas, de centro o de izquierdas son incompetentes y mentirosos, porque el sistema en el que se asientan se está viniendo abajo de forma agónica debido a que el sostén económico, el café para todos, ha fracasado, como era de prever. No se puede estar creciendo y endeudándose eternamente, mande quien mande.

No vale demonizar a los mercados o a la ideología liberal porque todos nos apuntamos a ello. ¿Quién no tiene un móvil o un ordenador? La superación de las ideologías solo puede venir de algo que las abarque y las trascienda por arriba, que suprima la confrontación y que inaugure un nuevo tipo de pensamiento que transforme la competitividad feroz en una política sostenible de verdad, no por decreto. Se trata de vivir con menos para vivir mejor, cada cual con lo que tiene, el pobre no puede ser rico a crédito, el ignorante no puede ser universitario sin esfuerzo, el irresponsable no puede ser declarado incapaz. Lo demás es mentira.