La «quinta del Biberón»

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

18 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La frase, atribuida a Federica Montseny, ministra de sanidad en la Segunda República, se refiere al reclutamiento de 30.000 jóvenes de entre catorce y diecisiete años movilizados por el ejército republicano en el último año de la Guerra Civil. Mal armados y escasamente entrenados, entraron en combate en la batalla del Segre. El número de muertos fue enorme.

Acabo de ver una foto de un muchacho ucraniano de diecisiete años miembro de la joven unidad Séneca, integrada mayoritariamente por chavales que combaten al ejército ruso en la ciudad de Bajmut, donde se libra una larga y dura batalla.

Es el ejército de los niños, la quinta de la PlayStation, rapaces que aprendieron a morir y a matar en las consolas y con los videojuegos.

La fotografía del muchacho uniformado y con su arma dispuesta para el combate es la de un novio de la muerte, va a su encuentro para caer abatido en un cuerpo a cuerpo mortal, defendiendo la ciudad mártir.

Volví a conmoverme al ver de nuevo los horrores de la guerra en la mirada inocente del joven soldado, que defendía su patria, su lengua, su territorio. Cuando ya no sirve para el análisis bélico el viejo y falaz aserto latino si vis pacem, para bellum —si quieres la paz, prepara la guerra—, ni los textos teóricos de Clausewitz, y mucho menos la lectura casi antropológica del Arte de la guerra, de Sun Tzu, nos queda la apelación unánime al sentido común para poner una fecha final al conflicto armado de la invasión de Ucrania.

Desde Afganistán hasta Sudán del Sur, Yemen o Somalia, escenarios de otros conflictos olvidados, docenas de miles de niños soldados son reclutados para la guerra. La patria como viejo concepto es el pretexto, y recurro a Curzio Malaparte, quien, en su novela realista La piel, dejo escrito: «La piel es la bandera de nuestra patria, una bandera de piel humana. Nuestra verdadera patria es nuestra piel».

Ucrania es hoy un inmenso cementerio. Los muertos de ambos bandos son un secreto político. Observadores independientes norteamericanos y británicos cifran en más de cuarenta mil solo los civiles fallecidos.

Una vez más, la guerra es muerte y desolación, destrucción y miseria. Yo vi, soñando esperanzas, en un reportaje televisivo, que la primavera había dejado en los campos del dolor las primeras amapolas de un paisaje desolado. En Ucrania.