Liderar el PSG

María Pereira López EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

GONZALO FUENTES | REUTERS

29 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Me gusta el fútbol y soy del Barcelona, y si hago esta impúdica declaración de principios no es para defender la situación actual en la que se encuentra mi equipo respecto del caso Negreira, sino para dejar clara mi admiración por Messi y mi desaliento por cómo el PSG acumula fracaso tras fracaso en la competición europea.

Nunca creí que Messi se acomodara bien al juego del PSG, sobre todo porque, más allá de la amistad, el Neymar que se encontró Messi en el PSG no se parece en nada al que había abandonado tiempo antes el Barça; al contrario, ahora Neymar reclama su propio liderazgo y lo que es más, empieza a tener los mismos problemas de carencias de títulos con su selección que tenía Messi con Argentina hace unos años; y es que en esto del fútbol, tan pronto uno se convierte en estrella, las exigencias le aparecen por todos lados, y la impaciencia cuando no llegan los resultados no entiende ni de rangos ni de edades.

Por otro lado, el que Kylian Mbappé no acabara en el Madrid, hecho tan celebrado por los parisinos, se convirtió en un lastre para el juego del propio Messi, que no está acostumbrado a compartir ni el liderazgo del equipo ni la responsabilidad en los momentos decisivos. Porque si algo tiene que saber un líder es que todos los demás saben que es el líder y que cuando llega el momento decisivo de la competición se espera de él que asuma la responsabilidad.

Por eso funcionó Argentina en este mundial, porque solo había un líder en el campo y diez jugadores que sabían que tenían que jugar para él. No era el mejor equipo que Argentina presentó a un Mundial; tampoco el, a priori, más potente del campeonato, pero, contrariamente a los resultados que había cosechado Argentina en mundiales anteriores, este equipo, donde cada uno tenía claro cuál era su responsabilidad, hizo grandes a jugadores mediocres. Y ese es realmente el talento de un líder, ser capaz de sacar de los demás lo mejor de sus capacidades y responder a ese funcionamiento.

Nadie niega que Messi, el mejor jugador del mundo, no se mereciera tener un Mundial, pero somos muchos los que ponemos en duda que sea capaz de tener los mismos éxitos en el PSG; porque en París no tiene, como en el Barça, a un Xavi ni a un Iniesta dispuestos a jugar para él, sabedores de que nunca tendrán un balón de oro, pero que juntos harían el Barça más grande de la historia, con Negreira o sin Negreira.

Perdón, esto iba sobre el PSdeG, no sobre el PSG; vamos, que lo de los tres líderes no funciona en el PSG y no creo que funcione en el PSdeG, por muy Messi, Neymar o Mbappé que seas, que vete tú a saber quién es quién.