Que el sobrepeso es un factor determinante para la salud es de sobra conocido. Lo repetimos los profesionales en las consultas médicas y se trata de inculcar a la población mediante campañas institucionales su relación con accidentes cardiovasculares, enfermedades como la diabetes, problemas de movilidad y fertilidad, entre otros. Lo que no se sabe todavía, o no tanto como se debería, es su vínculo con la longevidad, que no para de arrojar datos tan sorprendentes como que la reducción del consumo calórico en un 25 % puede ralentizar el envejecimiento y ayudarnos a vivir más años. Lo asegura un reciente estudio de la Universidad de Columbia publicado en la revista Nature Aging.
El motivo es que la obesidad produce un desequilibrio energético que conlleva la expansión del tejido adiposo, lo que provoca anomalías en la función de los adipocitos. Una de esas anomalías es el estrés oxidativo, una de las principales causas de aceleramiento del envejecimiento.
También se podría decir, de un modo más coloquial, que lo que este y otros estudios concluyen es que engordar envejece, y la explicación se basa en que el exceso de kilos conduce a un estado inflamatorio, y este a la enfermedad.
La respuesta al problema, cuidado en este punto, no pasa por autoimponerse una restricción extrema de alimentos para llegar a los 100 años, ni de ensayar esta u otra dieta para adelgazar. Esa pérdida de peso tiene que ver con asegurar los nutrientes esenciales, de un lado, y, del otro, eliminar los alimentos que descompensan nuestro sistema orgánico haciendo trabajar en exceso a las células. O, dicho de otra manera, que hacen duplicar sus esfuerzos a los telómeros, que vienen a ser como un escudo defensivo de nuestro cuerpo.
Si la báscula nos marca un peso excesivo, habrá entonces que ponerse a dieta, pero desde Neolife advertimos también de que esa dieta esté personalizada y se organice teniendo en cuenta necesidades y características de cada paciente a partir de una historia clínica detallada. Nunca está de más recordar que no todas las pautas de pérdida de peso son eficaces a nivel general. Depende de cada paciente, explica el doctor Montiel: de su actividad física, de su composición corporal, del sexo, pero también de la composición de los alimentos; por ejemplo, si una persona sigue una dieta de 1.000 calorías, pero está compuesta de comida rápida, sería una dieta inflamatoria en toda su extensión.
Lo que sí recomendamos a todos los que no consigan controlar el peso es que busquen ayuda especializada y se pongan manos a la obra cuanto antes, porque la obesidad y el sobrepeso del pasado condicionan la salud futura y las huellas permanecen en varios niveles: estético, metabólico y cardiovascular. Esa huella, además, puede transmitirse a los hijos por herencia genética. ¿Se necesitan más motivos?