Chivos

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

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15 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los conspiracionistas se caracterizan porque no aceptan las explicaciones sencillas, que suelen coincidir con las buenas, y se empeñan en buscar causas enrevesadas a cualquier acontecimiento: la llegada a la Luna, el asesinato de Kennedy o la pandemia. Se resisten a admitir, por ejemplo, que un soldado destinado en Irak, Bradley Manning en la época, fuera capaz de bajarse miles de documentos secretísimos del Departamento de Estado y filtrarlos a Wikileaks. Lo condenaron a 35 años y al día siguiente declaró que siempre se había sentido mujer y que se llamaba Chelsea. Siete años y dos intentos de suicidio más tarde, en vísperas de abandonar la presidencia, Obama le indultó. A todo el mundo le pareció razonable la historia: un soldado con una infancia oscurísima, problemas de identidad, habilidades informáticas y camuflado con un cd de Lady Gaga.

Anteayer apareció Jack Teixeira, 21 años, bachillerato y un modesto entrenamiento que le dio empleo al final del escalafón de la Guardia Nacional: una especie de ejército de segunda. Referencia, eso sí, de una veintena de adolescentes que jugaban y chateaban en un grupo privado. Chavales forofos de las armas y los videojuegos, contrarios a la guerra, religiosos pero quizá algo racistas. Pues este mozo, conocido como O.G. entre los suyos, supo hacerse con un centenar de documentos Top Secret sobre la guerra de Ucrania y otras cositas terribles.

Claro, los de la conspiración quizá piensen que Estados Unidos sigue fabricando chivos expiatorios con ciertas características comunes, como ocurrió con Kennedy. Los donnadies van al trullo (y a la muerte, en el caso de Oswald), mientras que los responsables últimos… ¿Cuáles? Pues eso.