Habrá quien crea que esto es una cosa pasajera que se olvidará tan pronto las urnas dicten sentencia el domingo. Pero, viendo la tendencia y analizando a los personajes, la situación es para estar preocupados. Muy preocupados. Porque no se recuerda, y uno lleva ya bastantes campañas en el cuerpo, una situación de crispación, refriegas, barrabasadas, mentiras e insultos como la que vivimos. Parece como si estos lumbreras no tuvieran otra finalidad que despedazar al rival.
Es obligado recordar que las elecciones del domingo son municipales y autonómicas, porque no han sido planteadas como tal. Lo que quieren que aceptemos es que está en juego el futuro del presidente Sánchez; de ahí el eslogan «derogar el sanchismo», o que Feijoo vaya aflojando su imagen de dialogante y que acabe por inmolarse. Ese es el fondo de la cuestión, la lucha inclemente entre dos cabecillas con los liderazgos cuestionados.
Cierto que el popular se juega su credibilidad. Y Sánchez su supervivencia. Pero esas dos cuestiones no se pueden plantear, como se está haciendo, a vida o muerte. Ni justifican el clima de enfrentamiento continuo, descalificaciones y provocaciones. El hostigamiento y los insultos están marcando una campaña especialmente virulenta y agria. Y lo peor es que se traslada a instituciones y ciudadanos.
Hace ya algún tiempo que el debate político desapareció, dando paso a esta aspereza. Lo que se impone estos días es el modelo trumpista, cargado de falsedades e insultos. Vale todo. Y todo se justifica. Por ejemplo, el incalificable comportamiento de Bildu, incorporando a una panda de asesinos y allegados a sus listas, recibió como respuesta el ya manido «ETA está viva». Como si hubiese atentado ayer. Y tras ETA, la masacre de Hipercor, que habrá que estudiar lo que tiene que ver con las municipales. Hasta tal extremo ha llegado la cosa que, sin sonrojarse, la lideresa de los populares se ha permitido criticar y descalificar a la principal referente de la lucha contra el terror; la respetadísima Consuelo Ordóñez, por recriminarle el uso de las víctimas.
Pero abierta la caja de los desatinos, todo vale. También falsear la realidad, confundir; decir por decir. En Sarria, el presidente Rueda pidió el voto para desalojar a Sánchez de la Moncloa. Que debe de ser que tendrá que irse el lunes, día 29, si pierde. Ha sido una permanente falta de respeto a los ciudadanos. Y aunque nos digan que es lo normal porque forma parte de la contienda política, se rebasaron todas las líneas rojas. Consciente e irresponsablemente.
La tensión creció lo indecible y tras el domingo, y como restan meses hasta las generales, puede incrementarse hasta lo inimaginable. Solo aceptando que con estos comportamientos se pone en peligro la convivencia ciudadana y que ha saltado una alarma de incendio en nuestra casa democrática, ya bastante destartalada, seremos capaces de poner fin a este disparate.