El trago amargo de «Succession»

OPINIÓN

31 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sentir el vacío que deja tras de sí el final de una serie fabulosa parece haberse convertido en un síntoma normal, con frecuencia definitorio de estos tiempos en los que los atracones de capítulos proporcionan tantas veces la dopamina de cada día. Con esa efímera tristeza arrastran los pies los seguidores de Succession después del trago amargo de su episodio último y definitivo. Llegar a querer a los Roy fue un desafío complejo y estuvo a ratos trufado de parones y abandonos para acabar siempre por regresar a sus tramas. Querer, lo que se dice querer, a los Roy nadie los ha querido nunca. Si acaso el espectador los habrá soportado o tolerado lo suficiente como para intentar descifrar los códigos que movían a estos seres antipáticos y desleales con ocasionales destellos de humanidad.

El final poético y brutal de la serie estuvo a la altura de sus personajes. Feliz y emotiva fue la escena de la cocina de la mansión materna de Barbados, que se corresponde en realidad con la despedida de la grabación. Es la calma antes de la batalla y el único momento en que los hermanos se muestran dichosos y traviesos como niños. Despiadada es al final la manera en que Shiv, después de traicionar a su hermano, posa de forma aséptica su mano sobre la de su marido, sin agarrarla, claudicando en sus propias ambiciones y «enamorada de la organización más óptima».