El relato de Sánchez se acabó

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

MARISCAL AGENCIA EFE|MARISCAL | EFE

05 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es notorio lo mucho que admiro a G. K. Chesterton. A lo largo de varias décadas lo he proclamado pública y vehementemente. Hace años, en mayo del 2011, la editorial Acantilado reunió varios textos del maestro en torno al género policial. El libro se titula Cómo escribir relatos policíacos. Chesterton era un genio. Olvidado por la corrección política por su talante ideológico: conservador y católico. Pero fue también un hombre dotado de un talento superior. Borges lo admiraba. Los relatos del padre Brown son tan maravillosos, y bien trazados, que yo no dejo de leerlos (aunque, obviamente, conozco el final de todos ellos). Brown es un personaje a la altura de Quijano o los Buendía, de Leopold Bloom o Emma Bovary. Un cura que se dedica a fisgar y a resolver robos o asesinatos. Borges dijo que cuando el género policial hubiera caducado, el porvenir seguiría leyendo los relatos de Chesterton y su padre Brown. Volviendo al libro del 2011 citado arriba, uno de los capítulos tiene un título curioso: «Sobre cómo los escritores actuales de ficción detectivesca descuidan el propio relato». Es un texto prodigioso, didáctico. Ahora, los escritores de género policial o negro están de capa caída. Siempre he creído que el último grande fue Chandler y su Marlowe, pero ya está muerto. El género detectivesco está poblado de gentes muy atrevidas que perpetran una trama, unos trucos, buscan un asesino y lo encuentran al final de la novela. Qué pena. Y qué degradación literaria. No creo que exista ningún género más alicaído que el negro. Sin contar el histórico. Esa burla a la inteligencia. Ese modo de convertir a un profesor de historia antigua, por ejemplo, en una Marguerite Yourcenar. Imposible. Falta el talento. Y el talento literario poco tiene que ver con el talento de académicos y similares. Dejémoslo. Regreso al capítulo que me interesa comentar este lunes. Termina Chesterton argumentando: «Acabaremos teniendo a algunos de los hombres más brillantes de nuestro tiempo describiendo la técnica de un sinfín de asuntos, descuidando solo una a la que se aferran otros narradores muchos más estúpidos: la técnica de contar una historia». Ahí queda eso.

En política, la política modernísima que nos llegó desde que Iglesias alcanzó la vicepresidencia, ya únicamente importa eso que denominan el relato: la técnica de contar una historia, algo que Chesterton infravaloraba. Ganar el relato significa ganar las elecciones. Sánchez lo ganó en el 2019. El 28 de mayo de este año lo perdió irremisiblemente. El próximo 23 de julio también lo perderá. Nada tiene que contarnos. Son muy pocos los que pueden creerlo. Los últimos entregados al socialismo seguirán votando al puño y a su rosa. Sin embargo, nadie que escuche, recuerde, y recuerde, y vuelva a recordar lo que Sánchez ha dicho y hecho desde el año 2018, podrá votarlo. Ya no puede vender ninguna historia. El relato de Sánchez se acabó.