La IA a veces no es muy lista

Rafael Arriaza DIRECTOR DEL INSTITUTO MÉDICO ARRIAZA Y ASOCIADOS

OPINIÓN

DADO RUVIC | REUTERS

09 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No cabe duda de que los avances tecnológicos van marcando nuestras vidas, y que los que tenemos más de 50 años hemos visto cambios vertiginosos en la forma en que nos comunicamos, distribuimos la información —y la desinformación—, almacenamos conocimientos, etcétera. La última panacea es la inteligencia artificial, que puede resultar la clave para que muchas cosas nos resulten más fáciles, pero sobre la que ya surgen voces advirtiendo de sus riesgos. Teóricamente, la IA nos puede facilitar multitud de trabajos y evitar que tengamos que utilizar nuestro tiempo y nuestras neuronas en tareas de búsqueda y compilación de información que ella puede hacer por nosotros, permitiéndonos dedicarnos a tareas más creativas. Pero como algunas cosas nunca cambian, ya han empezado los problemas. No esos grandes problemas que pueden incluso acabar esclavizando a la humanidad, y de los que hablan los que de verdad saben de qué va todo esto, no. Han empezado los problemas del día a día de los que se manejan con la IA «a nivel de usuario». O sea, que básicamente tocan de oídas. Por ejemplo, ya se ha difundido el caso de un abogado estadounidense que presentó un extenso informe al juzgado sobre un caso y que resultó ser un fiasco. Aparentemente documentado de manera exhaustiva, resultó basado en referencias falsas. Inventadas por ChatGPT. O, más probablemente, por alguien que había colgado información falsa en algún momento en internet, lo que le dio a ChatGPT la opción para encontrarlo.

Hay que recordar que, por ahora, a estos sistemas resulta casi tan fácil engañarlos con noticias falsas como a los humanos. Basta con colgar información incorrecta, distorsionada o —directamente— falaz en la red para que a ChatGPT se le crucen los ceros y los unos. Como a los humanos con las fake news, vamos. O, yendo a algo más prosaico todavía, si uno abre el chatbox de ChatGPT aparecen una serie de sugerencias o atajos para las búsquedas más habituales y ahí, entre las ayudas para la redacción de nuevos informes o la posibilidad de mantener una conversación con la IA, aparece lo que de verdad importa. Lo que ha hecho que esta aplicación sea la más rápidamente descargada de la historia. De lo que unos usuarios les hablan a otros y los lleva a probarla. A tratar de emplearla para resolver los que —a juzgar por el puesto de preferencia que tienen en la lista— son los problemas más acuciantes y que de verdad cambiarán la vida de los humanos si se resuelven. Entre ellos, la posibilidad de pedirle que modifique una redacción o un ensayo previos, para expresarlo de otra manera y que parezca original, o sea, que podamos plagiar sin ser detectados. O que nos sugiera frases motivacionales para nuestras redes sociales, o formas de romper el hielo en una relación a través de una app. Vamos, que parezca que somos cultos, sensibles o atractivos, pero sin trabajárnoslo. Que lo del pico y la pala queda para otras cosas, y cada vez para menos, que de eso se trata el progreso. O la que más me fascina, ¡que nos dé una serie de razones plausibles para faltar un día al trabajo! Y aquí sí que la IA muestra una falta de imaginación sonrojante. Yo esperaría una serie de excusas imposibles de rebatir, un listado de males que movieran a cualquier jefe a compadecerse de un trabajador escaqueante y que hiciese que los compañeros reunieran en una cuestación solidaria fondos para permitir al jeta que —además de faltar ese día— pudiera pagarse un crucero para subir su ánimo. Pero no. Si le hacemos caso, seguimos con la lista ya manida de excusas que todo el mundo conoce. Desde el dolor de estómago a tener que llevar a los niños al médico o hacer que un familiar muy querido tenga un accidente grave. Para ese viaje no hace falta tanta alforja, desde luego. Tan solo aparecen dos razones inusuales en nuestros pagos y que me temo que no cuelan: la imposibilidad de viajar por causas meteorológicas y el haber sido llamado a formar parte de un jurado popular. Yo no sé ustedes, pero creo que, si esto es lo que tiene que ofrecernos la IA a los usuarios de a pie por ahora, vale más recurrir a aquello de «no te lo vas a creer, pero mi perro se comió los deberes».