Fotos de chicos clonados, idénticos a Tom Cruise de joven, son uno de los últimos hallazgos de las redes sociales. Hombres con rasgos y dentaduras sobrehumanos se multiplican y posan, juntos y felices, para la cámara. Parece una convención de tipos guapos dispuestos a tirar por tierra la idea de que el actor jamás utiliza dobles para sus escenas de acción. Pero la fantasía se disuelve cuando se descubre que el origen de la foto no es una lotería genética privilegiada, sino una inteligencia artificial capaz de inventar lo humanamente imposible. La escena es tan poco creíble como las imágenes de Trump esposado o las del papa Francisco con un plumífero de Balenciaga de talla extragrande.
Lo que es más cierto es que actores y modelos están encontrando en la tecnología hiperrealista deepfake una nueva forma de colaboración. Bruce Willis, ya retirado del cine, ha sido uno de los primeros en vender sus derechos de imagen para que un gemelo virtual pueda seguir haciendo películas por él. Tom Hanks, que ya tuvo su primer clon digital en Polar Express, reveló hace poco que él y otros muchos intérpretes tienen contratos sobre la mesa para replicar sus rostros y sus voces. La maniquí de los noventa Eva Herzigova se ha convertido en la primera modelo en tener un avatar metahumano que desfilará y posará por ella.