Es un ejercicio de riesgo ir por la vida a cara descubierta y revelarse sin filtros. Solo el género de la comedia puede permitirse transgredir por unos minutos esos códigos sociales que invitan a callar antes de pasarse de frenada. En la versión española de Roast Battle, de Comedy Central, se otorga bula para la franqueza camuflada entre chistes que pellizcan donde más duele.
En el programa de peleas verbales participan cómicos que tienen tomada la medida al modo de encajar una broma. También lo hacen famosos ajenos al humor que defienden sus bazas con mayor o menor soltura. En su última emisión las contendientes inesperadas fueron Pilar Rahola y Esperanza Aguirre. Como si fuera una parodia de los debates electorales que se nos vienen encima, en su rifirrafe escénico volaron los puñetazos dialécticos. «No miréis a Esperanza Aguirre fijamente, que os privatiza», arrancó la política catalana. «El CNI grabó a toda la gente importante de Cataluña y tú no estabas entre ellos», contraatacó la madrileña. La Gürtel, M. Rajoy, Villarejo, Waterloo y las coles de Bruselas. Lo mejor y lo peor del repertorio político nacional mil veces transitado salió a relucir, esta vez con una sonrisa. La disputa cómica demostró que los políticos muerden más cuando lo hacen en serio. Igual que Mae West, cuando son malos son mejores.