Un torero se convierte en tendencia en España. Si fuera por lo habitual, una cogida en la plaza, una declaración polémica sobre el maltrato animal o un asunto amoroso, sería una simple anécdota, algo de interés fugaz y pasajero. Pero no. El matador es Vicente Barrera, futuro vicepresidente de la Comunidad Valenciana por obra y gracia del pacto firmado con presteza por PP y Vox.
No hay ninguna ley en España que impida a un torero o a un futbolista ejercer un cargo público electivo. Pero casi nadie atribuye su elección a una cuestión de mérito o de capacidad, sino a las ganas de los de Abascal de provocar. Un dato apuntala esa tesis: también llevará Cultura, lo que ha provocado un alboroto monumental en las redes. Hubo respuestas de todo tipo y pelaje. La mayoría, alporizadas. Otras, retranqueiras, como la de Joan Baldoví, de Compromís, aludían a la idoneidad de tener a Barrera para los «recortes» que supuestamente hará el nuevo Gobierno autonómico.
La jugada es de manual, de primero de Bannon y Trump: provoca para hacer ruido, para que hablen de ti y para enardecer a los tuyos para la campaña del 23J. Vox consigue el premio gordo, las dos orejas y el rabo. ¿Y el PP? Tenía que pactar con ellos sí o sí. Consiguió evitar al candidato condenado por maltratar a su mujer, pero no a uno que muchos consideran maltratador de animales.