En la encrucijada rusa
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OPINIÓN
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La guerra de Ucrania no es solo un enfrentamiento militar. Va mucho más allá. Es la encrucijada de Rusia. Incluso para las próximas décadas y quizás para este siglo y venideros. Está en juego un orden mundial por ahora desconocido. En juego están principios, valores morales, filosofías o modos de pensar. En el fondo se enfrentan pensamientos greco-judeo-cristianos, confucionistas y taoístas, hindúes y budistas, sin descartar las religiones más modernas como el Islam. Doy por descontado que Rusia ya ha perdido la guerra. Puede apretar el botón nuclear. Improbable, pero posible, y en ese caso también perdería.
Una de las variables que hay que tener en cuenta —y no menos importante— es la de la inteligencia. Estados Unidos ya ha ganado este conflicto. Rusia es un queso gruyer. Ni la FSB ni la GRU están inalcanzables. Y el Pentágono le tiene tomada la medida. Adivinó con antelación que iba a atacar Ucrania y adivinó que el ejército ruso es un bluf (aunque tiene armamento nuclear). Y en esas estamos. Europa, desde el punto de vista de potencia mundial militar, ha perdido influencia. Vivimos bien, es cierto, pero nuestra defensa hace aguas.
He mencionado la inteligencia. Cualquier país que quiera estar en el top internacional tiene que tomar esto en serio. Recuerdo al jefe de la inteligencia alemana (BND) que pocas horas antes de la invasión rusa de Ucrania (adonde llegó en avión a Kiev) tuvo que huir en coche por la frontera polaca. Ni se enteró. Ni que decir tiene la humillación de Putin a Macron en Moscú con una mesa más grande que la del Palacio de Oriente manteniéndolo a raya. La operación Overlord se hizo engañando a los alemanes y Midway a los japoneses. Y Lepanto a los turcos (Felipe II tenía un servicio de inteligencia extraordinario). En cualquier movimiento táctico y estratégico la inteligencia es fundamental. ¿Acaso el Estado español hubiera acabado con ETA si no es por la inteligencia de CNI, guardia civil y policía? Hoy, nuestros servicios de inteligencia deberían estar enfocados a todo el mundo, por secciones o áreas geográficas o filosofías e ideas. En definitiva, defender nuestra civilización y el país. Pero hace falta dinero y personal. Si queremos cumplir un papel al que estamos llamados por historia, talento y capacidad, debemos reflexionar más en ello. Apuesto por esto.
Rusia no es una cultura extraña para Occidente. Forma parte de ella aunque sus dirigentes no lo quieran o no lo vean… por ahora. Los rusos son más occidentales que asiáticos, aunque gran parte de sus territorios estén en ese continente. Pero el alma rusa de Dostoyevski, Tolstói, Chejov, Chaikovski, Solzhetnistin era cristiana-ortodoxa (a todos los he seguido y admiro desde mi lejana juventud). Occidentales y eslavos, como los polacos o ucranianos. Moscú y San Petersburgo son el eje, como siempre, en su historia intelectual e influyente.
El patriarca de la iglesia ortodoxa rusa, Kirill, tiene mucho que decir. Es cierto que ven a Europa occidental como Sodoma y Gomorra.
No entro en esto. Pero ¿qué quieren los rusos? ¿Un futuro que dependa de los chinos? ¿O acaso creen que van a ser una isla en el nuevo orden mundial?