
Igual que resulta temerario convertir unas elecciones municipales en primera vuelta de unas generales, es atrevido presumir que lo sucedido este domingo pueda tener su reflejo en las autonómicas gallegas, las siguientes en llegar (si es que no hay una repetición electoral, que nada puede descartarse). Pero de estos comicios se pueden extraer algunas lecciones. El PPdeG sale de este 23 de julio convertido, una vez más, en una máquina electoral. Es la fuerza con mayor porcentaje de voto en una comunidad autónoma en toda España, por encima del 43 %, once puntos más que la marca nacional. Esa debe ser la primera lección que extraer del 23J: en Galicia, el PP sin Feijoo —y todo el equipo que se llevó a Madrid— también sabe ganar elecciones. Pero a la vez obliga a preguntarse: ¿Cuánto ha pesado (cuánto sigue pesando) ese apellido, Feijoo, entre los electores populares gallegos? Tiene que resolverlo Alfonso Rueda.
Segunda lección: al socialismo en Galicia parece que no le llega el aire. Jugando a no tener candidato a la Xunta, sin una oposición definida a Rueda, manteniendo reinos de taifas internos, partidos en el Parlamento… cede un punto y medio sobre las elecciones del 2019, cuando el partido sube en términos generales en casi todas las comunidades. Debe apurar para entronar a un líder cuanto antes si no quiere repetir el fiasco de las autonómicas del 2020: venía de empatar con el PP como primer partido en unas generales, y acabó siendo tercera marca en el Parlamento de Galicia. No se ha recuperado.
Le superó entonces muy claramente el BNG, quien seguro habrá tomado nota de la tercera lección: el resultado de anoche es un fiasco, el primer tropiezo para Ana Pontón, convertida en icono del partido; parecía ella misma la candidata. Y llega posiblemente en el peor momento, cuando lo siguiente será examinarla a ella como presidenciable a la Xunta. Los nacionalistas gallegos, en un contexto general de frenazo o retroceso de las marcas periféricas (ERC es el mejor ejemplo), se quedan como estaban, con un único diputado, cuando aspiraban a subir hasta cinco. Y se quedan por detrás de Yolanda Díaz, que pesca en su mismo caladero electoral.
La cuarta lección es para ella, para Yolanda. Sumar no ha sumado, tampoco en Galicia, pese a contar con una candidatura gallega de figuras relevantes. Mantiene su resultado de dos escaños, cuando esta izquierda alternativa había logrado colocar a cinco diputados propios desde Galicia. La lección final la ha dado el electorado gallego. Hace 3 años votó en verano, y en pandemia, con normalidad pasmosa. Este domingo se fue a las urnas como si no hubiera un mañana, superando una participación del 73 %. Digno de aplaudir entre tanta ponzoña.