El verano es el momento idóneo para recargar energías. Así lo entiende y dispone la mayoría de los ciudadanos que apuestan por dicho período para escoger sus vacaciones. Es tiempo para descansar, disfrutar y leer con calma y sosiego.
Varios libros han llamado mi atención este mes. El primero es de Jenny Odell, con un título muy expresivo: Como no hacer nada. Se trata de una guía de campo para no hacer nada como acto de resistencia política frente a la economía de la atención. Es, por tanto, un ejercicio de terquedad.El hecho de no hacer nada, suscribe la autora, es proponer descolgarse de la productividad, exagerar la ironía y propiciar un movimiento lateral hacia las cosas y personas que nos rodean. Escudriñando más en las propuestas de Odell, el sentido de no hacer nada no es volver, pasado el período estival, al trabajo más fresco y listo para ser más productivo, sino más bien cuestionarse lo que en la actualidad percibimos como productivo. O sea, argumentos anticapitalistas que alientan una percepción capitalista del tiempo, del lugar, de la comunidad y del yo; alimentando una nueva conciencia respecto a la propia participación en la historia y en la comunidad.
Se podría decir que la meta final del «no hacer nada» es apartar el foco de la economía de la atención y poder llevarlo al ámbito de lo público y lo físico. Claro está que la autora se refiere al entorno de San Francisco, donde la presión de las empresas tecnológicas y la fuerte competitividad le incita a relajarse y adoptar posiciones intransigentes. Aquí, en Galicia, creo yo, es bastante más difícil apostar por dichos eslóganes.
Otro libro singular, de Dacher Keltner, se titula La nueva ciencia de todos los días y como transformar nuestra vida. Se trata de un ensayo sobre el asombro. Parte de la premisa de Lao Tzu cuando enuncia lo siguiente: «Del asombro al asombro se abre la existencia». Se pregunta: ¿cómo podemos vivir una buena vida? O sea, cómo podemos vivir animados por la alegría, la comunidad, y el sentido de proporcionarnos valía, pertenencia y fortaleza.
El asombro es la emoción que experimentamos cuando nos encontramos con vastos misterios que no comprendemos, relata la autora. Podemos encontrar asombro en cualquier parte. Y encontrarlo no requiere dinero, ni tiempo, ni estudios, ni combustible. Basta un instante para que nuestros cerebros y cuerpos reaccionen. Pues bien, aunque les resulte extraño, existe una ciencia del asombro. Ahora podemos medir las emociones, los sentimientos, las respuestas, ya sean políticas, científicas, musicales o deportivas. En suma, el asombro puede animar las historias, las ceremonias, los rituales y los diseños.
La mezcla de ambos trabajos me lleva a la vida real y al contexto actual. No sé cuántas caras de asombro pongo al día al analizar los acontecimientos políticos, económicos, culturales o científicos. Ni tampoco sé escaparme lateralmente a ese mundo del no hacer nada. Por eso quiero que el verano sea un poco más largo y se me conceda más tiempo para seguir leyendo. Siempre es un placer y, además, aprendes.