¡Armengoooooool!

Erika Jaráiz Gulías PROFESORA TITULAR MIEMBRO DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

CHEMA MOYA | EFE

18 ago 2023 . Actualizado a las 13:19 h.

Como era previsible para todos y todas tras las elecciones del 23 de julio, Francina Armengol, una parlamentaria del PSOE, ha conseguido la mayoría absoluta para presidir el Congreso de los Diputados.

Finalmente, Junts, ERC, Bildu, el BNG y el PNV votaron por Armengol y desestimaron la candidatura de Cuca Gamarra, que los considera a todos, juntos y por separado, traidores, separatistas, terroristas y no sé cuántas cosas más.

Pero, más allá de calificativos, de esos que se intercambian entre unos y otros, la única verdad democrática, en este sistema parlamentario que nos hemos dado con la Constitución que tanto nos llena la boca, es que los 178 votos que recibió Armengol son la mayoría absoluta del Congreso, y representan, grosso modo, a unos 12 millones y medio de ciudadanos españoles, que son también una sólida mayoría.

En el Congreso pasó lo que tenía que pasar, lo que decidió el pueblo español, lo que votaron los ciudadanos y ciudadanas españolas, porque lo bueno de la democracia es que cuentan todos, y nadie puede decidir, le gusten o no, quiénes son los que deben de contar.

Uno de los grandes problemas de las democracias de nuestros días es el exceso de ruido, de ruido en los medios, en las redes, en las opiniones; el relato se torna ruido y oculta la evidencia, desnaturaliza el dato y lo reconstruye a su antojo. Llevamos tres semanas de ruido para que al final pase lo que tenía que pasar, y tan pronto ocurre empezamos el ruido siguiente.

Ahora, el ruido va sobre la obligación del rey, que actúe conforme a la ley, que siempre propuso al que sacó más escaños, que me tiene que proponer a mí. Lo único que tiene que hacer el rey es hablar con todos los grupos y proponer al que tenga la oportunidad de concitar el acuerdo de la mayoría de la Cámara; y, en condiciones normales, el que ha sacado más diputados parte con ventaja y tiene más facilidades para encontrar apoyos.

Por qué ahora no es así no es un problema de los españoles, es la consecuencia del solipsismo político en que ha embarrancado el PP: la única existencia, la única verdad, la única razón somos nosotros, y todo el resto, incluidos los que nos apoyan, son la España equivocada.

Siempre he dicho que ver España desde Madrid es un verdadero problema para la política de este país, y mucho más hoy que el PP se ha hecho tan fuerte en la capital y la lectura de la presidenta madrileña tiene tanta influencia en los medios.

No reconozco a Feijoo pronunciando medias verdades que, a la postre, no son otra cosa que ruido para rellenar un escenario político adverso y vacío para el PP. Lo lógico es que las cosas sigan su rumbo; y mientras tanto, en un claro homenaje a esas mujeres que nos han llevado a la final de un mundial de fútbol femenino, permítanme gritar con orgullo femenino: ¡Armengoooooool!