El verano sigue su curso dejando una estela de calores atípicos, amores ocasionales, comidas excepcionales y actividades extravagantes que dejan la salud y el bolsillo para el arrastre. Verano de un furor viajero inusitado, sin un palmo de arena, terraza, alojamiento turístico o punto de interés libre de gente. El profesor Gestal daba cuenta de la relación de este abarrote con el repunte de casos de covid.
Vuelvo a los clásicos ante la escasez de noticias relevantes que llevarse a los ojos, porque este verano ha sido parco en culebrones de interés con los que entretener la canícula vocinglera.
La vida y obras del pícaro Daniel Sancho ha dado de comer a la prensa amarilla, que —como suele ocurrir— se ceba con estas noticias sórdidas y lamentables. «A xente fala», me dice lacónicamente un amigo con toda la razón, a xente fala de lo que no sabe y de lo que se inventa para mayor morbo y negocio. Estos casos mediáticos en los que se especulan toda clase de barbaridades, se crean juicios paralelos, surgen protagonistas a sueldo y enterados de salón me ponen enfermo. Saben el daño que hacen, pero lo envuelven en un papel de negocio e interés que ellos mismos crean. «Caladiños estábamos millor», dice.
La victoria del liberal y extravagante Javier Milei en las primarias argentinas es otra noticia relevante. Por fin se escucha un discurso en Argentina que no sea el más de lo mismo que ha hecho de ese gran país una ruina progresiva a base de dinastías y corrupciones políticas.
Y mientras ganábamos el mundial de fútbol femenino, en las casetas de feria del Congreso de los Diputados intercambian valores e ideologías por muñecas chochonas y perros pilotos sin hacer ruido, para no despistar el sueño de los turistas.