Cadenas y plataformas han lanzado este verano varios triples al aro de la nostalgia con la esperanza de encestar en la añoranza que remueve a los espectadores. Con agosto ya avanzado puede afirmarse que solo Televisión Española ha conseguido anotar los tres puntos con la recuperación del Grand Prix, un programa que muchos reclamaban y que les ha permitido recordar aquellos tiempos en los que varias generaciones se sentaban juntas ante una misma pantalla. Entre el veterano concurso que sigue conduciendo Ramón García y el rabioso triunfo en audiencias del fútbol femenino —y que, no olvidemos, ninguna cadena quería retransmitir—, RTVE va camino de registrar uno de sus mejores veranos de los últimos tiempos.
No existe garantía de éxito en el intento de refundar los grandes títulos del pasado. Telecinco sigue transitando por sus horas más bajas a pesar de haber resucitado un Allá tú, con Jesús Vázquez, que no ha despertado entusiasmo. Con un desapego similar ha llegado a Prime Video la revisión del clásico de los noventa Humor amarillo. En su versión remozada para el siglo XXI se llama El castillo de Takeshi e intenta mantenerse extrañamente gamberro dentro de la corrección política, una ecuación difícil de resolver cuando su mayor transgresión parece ser repetir la palabra «hostia» una y otra vez.