Aprensión

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Miguel Villar

16 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En los primeros días de clases, si nos encontrábamos, un amigo catedrático decía sin falta: «Este curso se me está haciendo largo». Bromeaba, por supuesto. No sé si a los demás profesores les ocurrirá lo mismo. Espero el inicio de curso con cierta aprensión. Pienso con recelo en los alumnos nuevos, como cuando uno se siente amenazado por un peligro inconcreto, invisible pero seguro. Desde hace años no me apetece tener más alumnos hasta que… los veo. En cuanto les pongo nombre, cara y ojos, todo cambia y empiezo a decirles cosas quizá inapropiadas, que nada tienen que ver con la escritura. Bueno, alguna tiene que ver pero poco: la de que no se escriban recordatorios en las manos, por ejemplo, aunque hay quienes se escriben incluso en el pelo. Cada vez dudo más de qué les hace gracia y qué les inspira piedad: «Este pobre señor del siglo pasado», pensarán. O no.

A cada promoción le pasan cosas nuevas. Los profesores de cualquier etapa gastaban media vida intentando callar a los chavales para que atendieran. Pero me decía uno de primaria que ahora el problema es más bien el contrario: que no saben hablar. Leen y escriben sin especial problema, porque necesitan ambas competencias para moverse en las redes, pero evitan la conversación real, el cara a cara. Gracias a Dios, esos no han llegado todavía a la universidad. Aquí están muy callados la primera semana, mirando y calibrando. Pero esa paz dura poco y enseguida hablan mucho. Especialmente en las clases prácticas. Y sí que escriben un poco mejor. Quizá por casualidad. Espero que no.

Tecleo el viernes por la tarde, con el cansancio en el cuerpo tras la primera clase con todos, aunque aliviado. Un año más, se me ha ido la aprensión.