Otoño

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

RAQUEL MANZANARES | EFE

01 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Y sin saber cómo ni cuándo, empezamos el otoño, esa estación introspectiva y melancólica que entra lentamente como el coro de esclavos del Nabuco de Verdi.

Aún no han empezado las lluvias finas y perversas que humedecen el campo y evaporan colores de acuarelas donde la luz se hace huidiza, las parras se visten de nazareno y los árboles se quedan en pelotas. Los vencejos ya se han ido, comienzan a asomarse las primeras setas, los higos entran en celo y atronan las berreas en bosques y Parlamentos.

Me gusta esta estación por su luz, los tonos tranquilos y suaves, el frescor que anuncia el frío, la primera chimenea, la caza en la mesa, las castañas, el vino joven, las gafas empañadas y la punta de la nariz roja.

El otoño debería producir serenidad más que melancolía, porque tiene un nombre que suena a mote de señor maduro y responsable. Una estación con eñe que sabe a coñac y huele a lareira. Un tiempo que invita a la tertulia reposada con amigos, sin la chancleta ni el salitre bullangueros del verano. El otoño lleva gorro de lana y pantis de humo.

También hay otoños crueles para muchos que reciben devuelta la letra del cambio climático en forma de inundaciones bíblicas, huracanes, danas, misiles sin tripular, y miles de emigrantes cargados con sus mochilas de aire caliente subsahariano, y espaldas mojadas de té con menta con la esperanza al otro lado de la verja y el desierto de los tártaros detrás.

Mohamed está en París bebiendo absenta.

El otoño produce cambios en nuestro cuerpo que la psiquiatría etiqueta como Trastorno Afectivo Estacional; pocas bromas con esto, que hay gente que lo pasa muy mal. Es mucha soberbia pensar así de una estación donde todo cambia, disminuye la energía y la producción de serotonina, árboles y animales hibernan, aumenta la humedad ambiente, cae la luz, crecen las infecciones de todo tipo y se necesitan más calorías para sobrevivir. ¿Es que a nosotros no nos va a influir?

No sé si los granujas que dice Yolanda que se van a escapar en cohete a otros planetas sufrirán este tipo de trastornos adaptativos allá dónde vayan, pero, de momento, me temo que lo sufrirán como todos.

Parece que el otoño que iniciamos nos trae, aparte de todos los cambios biológicos, otros muchos de orden político a los que nos costará adaptarnos. Puigdemont calienta en la banda.

Viene un otoño caliente en el que sería deseable mantener la cabeza fría y cuidar las formas para no caer en la grosería y falta de educación que estamos viendo en el inicio de la función.

Un espectáculo lamentable en el que lo grosero y agresivo sí quita lo valiente.