Karen, Meryl, Rosa

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

VINCENT WEST | REUTERS

22 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la vi por la pantalla de la televisión allí sentada, en el teatro Campoamor de Oviedo junto a los otros premiados, me alegré mucho por ella y por mí, que soy su seguidor incondicional. Karen Blixen, por fin, Premio Princesa de Asturias de las Letras. Pero, ¡un momento!, ¿qué hace allí Murakami? Porque ese japonés no corre maratones ni descubre vacunas, únicamente escribe novelas populares que tienen un éxito bárbaro y una calidad cuestionable. Solo puede estar allí por el mismo premio. Y ese es el momento en que, tras la cara de la escritora danesa, veo escondida a una actriz americana, nacida en un pueblo de Nueva Jersey, que parece que hizo carrera fingiendo ser quien no era; por ejemplo, Karen Blixen. Yo a esta última, que firmaba sus obras con seudónimo masculino, Isak Dinesen —como George Sand o la boba de Fernán Caballero— le tengo gran afición. Y desde luego a la película que le hizo Sydney Pollack en 1985, con un asombroso doblaje de la actriz catalana Rosa Guiñón.

Karen Blixen no tuvo una granja en África, sino dos, y muchos problemas financieros. Fueron los principios de una época loca en el «Valle feliz». Su aventura en Kenia fue un estrepitoso fracaso que se llevó por delante los ahorros de gran parte de su familia, sobre todo el tío Aage, al que sin duda debió los años de existencia de su explotación cafetera y por lo tanto que tuviera recuerdos que contar. Al tío Aage le debió sus memorias de África. Y a Meryl Streep, que el mundo la conociera por ellas.