Estreno en bloque o capítulo semanal a la vieja usanza. El negocio de las plataformas se ve abocado a transformarse frente al aluvión de la oferta y una de las disyuntivas que afronta es el modo en que las series triunfan más y mejor. La televisión lenta o la digestión rápida. HBO Max, Disney+ y, por regla general, Movistar+, siguen ateniéndose principalmente a la dosis canónica de los siete días.
Fue Netflix quien implantó con su llegada el modelo insaciable de distribuir todos los capítulos de golpe. Cuando se convirtió en la pionera del nuevo ocio doméstico, la glotonería fue su seña de identidad. Con el paso del tiempo la plataforma ha descubierto que ese modo espléndido de fidelizar al público también conlleva que la mecha de algunas grandes producciones arda enseguida. Eso explica que para las temporadas más recientes de algunas de sus ficciones emblemáticas se haya implantado el sistema intermedio de temporadas más cortas divididas en dos volúmenes. Lo hizo con La casa de papel y lo hará, por ejemplo, con las despedidas de Stranger Things y The Crown. Paradójicamente, Netflix hace este quiebro al mismo tiempo que sigue premiando el atracón. Una de sus promesas para su plan más económico con publicidad es obsequiar a los espectadores con un capítulo sin anuncios después de varias reproducciones consecutivas.