El padre al que no le pueden llevar flores

María Hermida
María Hermida E SE CHOVE, QUE CHOVA

OPINIÓN

Dos mujeres colocan flores en tumbas del cementerio de Silleda
Dos mujeres colocan flores en tumbas del cementerio de Silleda Miguel souto

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó el día de Todos los Santos y los cementerios volvieron a alfombrarse de flores coloridas en este otoño empeñado en ser gris, casi negro. Da igual que los claveles duren tres minutos ante la tempestad y que los floreros con crisantemos acaben volcados en la sepultura del vecino. Porque lo importante es llevarlos. Estar. Ir. Y que la muerte sea igual de colorida para todos, con flores de plástico de los chinos o ramos de rosas de calidad suprema. Necesitamos que ese poder homogeneizador de la parca alcance a los nuestros como si así se compensasen las injusticias vitales. Por eso duele tanto no tener una tumba a la que llevar flores. Porque hace distinto al que tú quieres y tú te quedas sin ese lugar, ese rincón único donde mantener un monólogo con tu difunto o regar con lágrimas lo que queda de él.

En los cementerios, pronunciando esas palabras que siempre faltan por decir al que se va, en Galicia se desatan más nudos mentales que en muchos divanes de psicólogo. Por eso lastima tanto ese cadáver que robó el mar. Ese hombre o mujer que salió por la puerta y se le perdió la pista para siempre. Y, por supuesto, ese padre, madre, abuelo o abuela al que mataron y acabó en una fosa común. Aflige cada uno de los muertos sin tumba. Y atormenta que, en pleno 2023, España siga sembrada de personas como Orientado, ese hombre de Sada que con 88 años tiene que seguir buscando el lugar donde fue enterrado su padre, al que no conoció porque cuando él era un bebé se lo llevaron, en el verano de 1936, y lo asesinaron en una cuneta. Una herida no es del pasado si supura en el presente. Si Orientado no te rompe, si no te duele, no busques razones en tu cabeza o ideología. Revisa tu corazón.