Tras la victoria del bloque derechista en las últimas elecciones de Israel, Benjamín Netanyahu firmó una serie de acuerdos con facciones del fascista y racista Sionismo Religioso, el tercer partido en importancia en la Knesset, para la creación de lo que sería el gobierno más derechista y reaccionario de la historia de Israel.
El gobierno anunció una guerra intensificada contra los palestinos, el reforzamiento de la supremacía judía y la aplicación de medidas de apartheid, socavando aún más los derechos democráticos de los trabajadores palestinos e intensificando el polvorín social que es hoy ese territorio.
El líder de la ultraderecha religiosa, actualmente en el gobierno, había declarado que mientras la Autoridad Nacional Palestina era para ellos el verdadero problema, Hamás suponía una oportunidad para poder actuar en el territorio palestino como les diera la gana. Cualquier persona interesada puede leer todo esto en la prensa como lo he leído yo.
Este mismo año, Netanyahu trató de sacar adelante un plan que restringía las formas en que el máximo tribunal de Israel puede anular las decisiones del gobierno y es parte de una modificación del poder judicial que ha ocasionado una fuerte contestación social; se trataba de la crisis nacional más profunda desde su fundación hace 75 años. Hasta aquí los hechos.
Así llegamos a las acciones terroristas de Hamás del pasado octubre, que han sido condenadas por la casi totalidad de los países, condena que comparto, cuya brutalidad ha sido contestada con los asesinatos por las fuerzas israelitas de niños, enfermos y civiles. Sobre la cuestión pueden leer el esclarecedor artículo en el periódico de mi colega Jorge Sobral sobre la defensa, la venganza y el exterminio.
Sobre cómo se ve la cuestión en nuestro país es curioso que se critique la posición del presidente del Gobierno en defensa de los civiles palestinos y la legalidad internacional, por inoportuna, y se alabe la oportuna concesión de la medalla de Madrid a Israel, entre muestro y muerto; por cierto, en respuesta a las críticas, el Gobierno de Israel ya ha confirmado que seguirá participando en Eurovisión.
Menos mal que ha llegado el ínclito Aznar para decir que «si Israel sale mal de esta guerra habrá problemas». Este hombre es un reputado experto en guerras, ya lo vimos en Irak, pero tiene que explicarnos qué significa exactamente salir bien de este exterminio de civiles. Para mí que en, vez de en un think tank, esto lo dijo en un TikTok.
Les dejo, tengo que ir a Gaza a buscar las armas de destrucción masiva con Netanyahu.