Acaba de empezar la nueva legislatura y ya tenemos un nuevo lío. Podemos rompe con Sumar y sus cinco diputados se incorporan al grupo mixto. Así, se convierten en otra patata caliente para el presidente Pedro Sánchez. Cinco bocas más a alimentar desde la Moncloa. Éramos pocos y parió Podemos, podría decirse.
Este es el último paso dado por la formación morada, que demuestra una y otra vez el por qué no es un partido de Gobierno, a pesar de que hasta hace nada Pablo Iglesias fue vicepresidente y Ione Belarra e Irene Montero se sentaron en el Consejo de Ministros.
Si algo ha demostrado Podemos es ser incapaz de mantener relaciones estables ni con la derecha, (por supuesto), ni con la izquierda. Ni siquiera con la izquierda más afín, que en este caso sería Sumar. Para Podemos, la política es un campo de batalla en el que solo se vislumbran enemigos a los que hay que derrotar, cuando no aplastar. Fue un socio muy incómodo del Gobierno de Sánchez, con un punto de deslealtad dado que nunca asumió (a diferencia de Yolanda Díaz) que estar dentro de un Ejecutivo siempre tiene sus servidumbres y renuncias.
Y ahora que ya no es socio seguirá siendo incómodo, porque, al igual que Junts, ERC, PNV y Bildu, tiene la sartén por el mango de la gobernabilidad de este país. ¿Cuál será el precio a pagar por apaciguar al partido de Belarra, Montero y, cómo no, de Pablo Iglesias, el que nunca se fue de verdad?
Ahora mismo es probable que ni los propios miembros de Podemos lo tengan claro, pero a nadie le caben dudas de que harán sufrir de lo lindo a Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz, a la que consideran una traidora. Así nos lo anticipa la inflexibilidad que siempre han demostrado desde el partido morado. Nunca hicieron un mínimo esfuerzo por parecerse a lo que es España, sino más bien al contrario, intentaron imponer a todos los españoles su modelo de Estado.
Y llegados a este punto, ¿será posible gobernar el país con tantos pajaritos en el nido abriendo el pico y pidiéndole a Pedro Sánchez más y más comida. La voracidad insaciable de los independentistas y la imprevisibilidad y beligerancia de Podemos nos coloca en un escenario incierto en el que será francamente difícil una legislatura duradera.
¿De verdad merece la pena gobernar en tales circunstancias?
Pedro Sánchez corre unos riesgos enormes con su temeraria estrategia para acceder al poder. Hay quien vaticina que está destrozando el PSOE para décadas. Es muy posible que no sea para tanto, pero la nave socialista está crujiendo de babor a estribor y de proa a popa en su travesía por la vida política española. Las declaraciones de viejos socialistas así nos lo hacen ver. Al igual que los resultados de las encuestas que se han hecho sobre la aceptación de la amnistía.
Lo de Podemos al grupo mixto es la guinda del disparatado pastel político que nos hemos cocinado.