La pérdida de un verdadero caballero

Susana Quintás / Alejandro Kowalski FUERON, RESPECTIVAMENTE, DIRECTORA GENERAL DE PLANIFICACIÓN Y CONTROL DE GESTIÓN Y DIRECTOR DE COMUNICACIÓN Y RSC EN EL BANCO PASTOR

OPINIÓN

María Pedreda

12 dic 2023 . Actualizado a las 20:11 h.

Estas palabras no son tanto un obituario como una carta a la gente que conoció a José María Arias Mosquera. Es difícil encontrar las palabras adecuadas para rendir homenaje a un caballero verdaderamente extraordinario, de cuyo nombre sí nos acordaremos siempre.

Para los que hemos estado a su lado, incluso en una relativa distancia en los últimos años, es una suerte que durante su vida tuviera la satisfacción de conocer la alta estima en que le teníamos todos sus colegas, todos los que trabajamos junto a él y con él de jefe. Ni una sola vez dejó de ser exquisitamente educado con nosotros. Siempre demostró sentido del deber, de la misión, incluso cuando las cosas salían mal y se fracasaba.

«Nunca permitas que nada de lo que tienes te aparte de tu educación, porque entonces perderás todo lo que tienes dentro», nos dijo a propósito de la formación que debíamos darles a nuestros hijos cuando los vio nacer, a los dos de cada uno de los que escribimos estas palabras. Y sin ser nuestro padre, se convirtió, si acaso un poco, en otro padre además de jefe.

A José María le vimos feliz en la boda de su hija y dolido en el alma el día que nos dijo, en aquel comité de dirección de Banco Pastor, que había tomado la decisión de vender el banco. Pero eso no le define, no es, ni de lejos, lo que le representa. Si algo le describe, fue su capacidad para enseñar que, por encima de las organizaciones, por encima de los resultados, por encima de la épica, está un trabajo mucho más importante, uno mucho más cotidiano, menudo, incluso gris y que, sin embargo, él decía que era el que le movía, el que de verdad le importaba. Uno de sus muchos triunfos que queremos recordar hoy, es que se adelantó a su tiempo y 15 años antes de muchas leyes, él apostó por las mujeres y apoyarlas en su liderazgo.

Para José María, por encima de las aventuras empresariales, estaban las personas, los empleados, sus familias y el trato que se debía dar a cada uno de ellos. Por eso nunca le vimos perder los nervios o la compostura. Por eso cuando actuamos, todavía es hoy, muchos años después, un ejemplo para nosotros.