Cuándo acudir a la unidad de sueño

Nuria Domínguez Baños NEUROFISIÓLOGA. HOSPITAL VITHAS VIGO

OPINIÓN

María Pedreda

20 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El sueño es un estado fisiológico activo, indispensable para la vida, durante el cual ocurren diferentes procesos en nuestro organismo a nivel endocrino, cardiovascular, respiratorio, inmunitario de la termorregulación, consolidación de la memoria, etcétera.

Para una buena calidad de sueño es necesario un mínimo de horas destinadas al mismo y es diferente para cada persona y para cada momento vital. Para un adulto, se estima que se necesitan entre 7 y 9 horas de sueño al día para un buen descanso.

Tradicionalmente no se ha considerado el sueño como un elemento importante para una buena salud, y muchas personas, a pesar de reconocer alteraciones en ese descanso con impacto en su día a día, no buscan ayuda médica. Hoy en día sabemos que la demora en el diagnóstico de las enfermedades del sueño conlleva asociaciones a diferentes condiciones adversas para la salud, como hipertensión, enfermedades coronarias y cerebrovasculares, diabetes o depresión. Por lo que, ¿cuándo deberíamos consultar a un médico especialista?

Pues deberíamos hacerlo cuando reiteradamente tenemos dificultad en iniciar y/o mantener el sueño o despertamos precozmente en la noche con imposibilidad de volver a conciliarlo, o nos levantamos con la sensación de no haber descansado a pesar de las horas transcurridas en la cama; y también cuando nos está repercutiendo en nuestra actividad habitual diurna, con sensación de cansancio, irritabilidad, dificultad para la concentración/atención o alteraciones de la memoria y ansiedad.

Las patologías del sueño son variadas y complejas, y requieren un enfoque multidisciplinar, con diferentes especialistas dentro de una unidad de sueño, para un diagnóstico y tratamiento correctos. Las quejas más habituales son por insomnio crónico, alteraciones respiratorias durante el sueño, excesiva somnolencia durante el día y conductas anómalas como movimientos durante el sueño, sonambulismo, despertares confusos...

Ante un paciente con problemas de sueño, el primer paso será elaborar una historia clínica completa en la que se detallen los horarios de sueño, hábitos de vida, la sintomatología que presenta, medicación que precisa y todo aquello necesario para orientar un diagnóstico, como test específicos o exploración física.

En algunos casos, como en los trastornos respiratorios del sueño, la narcolepsia, algunas parasomnias, el síndrome de movimientos periódicos de piernas, las epilepsias nocturnas y en los insomnios crónicos que no mejoren con los tratamientos habituales, se indicará la necesidad de realizar una prueba denominada polisomnografía, que consiste en el registro simultáneo de varios parámetros neurofisiológicos (como actividad cerebral, ocular y muscular) y cardiorrespiratorios, que se monitorizan por medio de diferentes electrodos y sensores durante toda una noche. La polisomnografía es la prueba que mejor nos permite evaluar el sueño tanto en su estructura, cantidad y calidad como eventos asociados a nivel respiratorio, cardíaco y de movimientos y conductuales, para determinar así alguna patología del sueño.