El espejo de su fracaso

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Ana Garcia

29 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Sucedió recientemente. En A Coruña. Allí Pedro Sánchez realizó un anuncio relevante. En resumen, y para no alargar lo obvio, dijo que nos íbamos a gastar quinientos millones de euros para que los discentes comprendiesen mejor lo que leen y, también, que entendiesen un poco más de matemáticas. Los resultados PISA fueron nefastos. Especialmente los catalanes, donde no ha dimitido, ni se espera, ninguno de los responsables de un fiasco de tal magnitud. La caída no tenía precedentes similares. Imagino que sería culpa de algún gobierno del Partido Popular, que en más de cuarenta años de democracia solamente sacó adelante, y por muy poco tiempo, una reforma educativa. El resto las firmó el PSOE. Y todas fueron de mal en peor. La última (Lomloe), la que auspició la ministra Celaá, merece consideración aparte: se carga el esfuerzo e iguala por abajo a todo el alumnado. Las materias fundamentales cada vez tienen menos peso y se concreta en los currículos la ideología, la doctrina, del credo «progresista». Es decir, se practica una suerte de ingeniería social que pretende que los chavales pertenezcan todos a su órbita de pensamiento: ecologista, izquierdista, feminista, filonacionalista, etcétera. El resultado, ahí lo tienen: decadencia absoluta del sistema. Pedro Sánchez se percató de lo sucedido. De ahí el plan de quinientos millones que va a convertir a los mozos en seres mejor «leídos» y más «matemáticos». Lo dijo como si el asunto no fuese con él. Como si él no llevase casi seis años dirigiendo el Gobierno de España.

Pero ¿por qué la España educativa va en picado y por qué las comunidades que destacan, excepto Asturias, son todas gobernadas por el Partido Popular? Porque a pesar de estar atadas de pies y manos con la Lomloe, todavía tienen márgenes para mejorar la educación en sus territorios. Sucede en Galicia con la Formación Profesional. Desde el año 2009 ha duplicado el número de alumnos y la empleabilidad, la inserción laboral, es un ejemplo para toda Europa. Sánchez también ha querido reformar la FP, pero los currículos y contenidos acumulan un atraso considerable. Quizá se deba a que la ministra encargada del ramo, la señora Pilar Alegría, gasta más tiempo en proferir consignas ideológicas que en dedicarse a la labor por la que cobra sus honorarios: la educación. La sensación amarga que queda con el deterioro educativo en España es difícil de asimilar. Y más cuando observamos que las actitudes son prioritarias frente a los conocimientos, que un alumno holgazán obtiene el mismo título habilitante que un alumno laborioso, que la educación de la ciudadanía es cosa del Estado y no de la familia. Así lo dijo Isabel Celaá: «No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres». Los hijos pertenecen al Estado. Y, por desgracia, los están convirtiendo en el espejo de su fracaso. El gran fracaso de la educación en la España contemporánea. La España que llaman «progresista».