El agua, patrimonio de la humanidad

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Enric Fontcuberta | EFE

05 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¡Agua!

La distribución y el consumo de algo tan preciado como el agua no están en su mejor momento. Está claro que sin agua no hay vida, y con el transcurso de los años valoramos la necesidad vital para nosotros, los humanos: el agua es algo así como patrimonio de la humanidad.

El uso del agua debe ser controlado tanto en agricultura y ganadería, en la industria y en cualquier ámbito del comercio; es decir, que todos los recursos que estén a nuestro alcance para la búsqueda de agua deben ser regulados y vigilados, ya que de esta manera evitaremos la especulación de un bien tan preciado e importante. José Antonio Ávila López. Barcelona.

  El agua y la solidaridad 

El conseller de Acción Climática del Gobierno Catalán solicita ayuda, solidaridad para recibir agua de otros lugares ante la sequía que sufre Cataluña; se supone que es la misma solidaridad que el Gobern Catalán niega al resto de España, entre otros agravios conocidos. Por otro lado y pese a que llevan meses así, no se han privado de llenar piscinas, derrochar el agua sin tomar medidas e incluso montar pistas de patinaje con hielo natural a través del agua. Ángel Santamaría.

 Irlanda: construyendo futuro 

Hay veces que es preciso mirar hacia fuera para entender mejor lo nuestro. Han tenido que pasar dieciséis años desde el último atentado del IRA para que el Sinn Féin gobierne en el Úlster. Tal vez Bildu haga lo propio en el País Vasco. No lo creo, porque, aún ganando las elecciones, el juego de mayorías no le permitirá muy posiblemente ejercer el poder. Aún así, todo es posible en democracia. Incluso una república de Irlanda unida, por la que se mató y se murió durante cuarenta años. Soy de los que creo que desde el respeto al ordenamiento jurídico, así como la cercanía y el siempre consuelo para con las víctimas, es posible alcanzar la convivencia, al amparo de cualquier sigla política. Que el dolor obvio de quienes fueron sacudidos en directo por la violencia no habrá de impedir más acercamiento social; más coexistencia. Aspiro a que el respeto y la tolerancia acabarán imponiéndose en definitiva. Más difícil se supusieron la integración de la Alemania nazi derrotada, o del Japón imperial expansionista. Diez años duró la guerra del Vietnam que marcó a una generación. Por eso me alegro de que por fin gobierne en Irlanda quien ganó las elecciones. De que el respeto y la tolerancia hayan ganado. De que el legítimo enfoque y la aspiración de cada cual coexistan con los de los demás. De que la memoria entre en armonía con la natural evolución y con los cambios. Tenemos el futuro asegurado desde este enfoque de tolerancia. Enrique López. Vitoria.

 ¿Profesar una religión inclina la balanza política?

Soy Ernesto, tengo 25 años, y, según el artículo de Fernanda Tabarés publicado en este diario el 3 de febrero, formo parte de ese «anecdótico 8,7 %» que nos creemos «las doctrinas cuyas esencias custodia el Vaticano». No me han encuestado; por eso me gustaría decir que no solamente soy católico practicante, sino que, desde hace algunos meses, también soy sacerdote, gracias a Dios.

Los católicos, en repetidas ocasiones, asistimos perplejos al trato que se hace a los asuntos concernientes a la religión. La autora, queriendo ofrecer pistas sobre los posibles resultados de las próximas elecciones autonómicas, saca a colación que tres de cada diez jóvenes menores de 24 años se declaran ateos. ¿Acaso profesar una determinada religión inclina la balanza política a un lado u otro?

Dice que los jóvenes, a raíz de la pandemia, confían más en la ciencia y en la medicina que en los rezos y en los dogmas, que las respuestas que necesitan están «lejos de los cielos y más cerca de los laboratorios». Otra vez el viejo tópico de ciencia versus fe, ¡como si fe y ciencia estuvieran enfrentadas! Recomendaría leer la Fides et ratio de Juan Pablo II. Durante siglos, la Iglesia Católica ha dado a luz a ilustres personalidades en el ámbito científico: Blaise Pascal, Louis Pasteur, George Lemaître o Jérôme Lejeune?

Utiliza estos datos para arremeter contra lo que llama «privilegios» de la Iglesia. No le niego la mayor, pero esos tiempos ya pasaron. Por lo que a mí respecta, jamás he recibido ningún trato de favor por ser sacerdote. Y no hablemos de la ingente labor caritativo-asistencial que la Iglesia realiza en los cinco continentes.

La lógica me lleva aplicarle el non sequitur, porque sus conclusiones no se deducen de sus premisas. Conozco jóvenes de mi edad que son católicos fervorosos, que incluso han abrazado la vocación religiosa —con algunos he convivido en el seminario y ya son sacerdotes, otros continúan formándose—. Y no, no son la excepción que confirma la regla: son muchos más de los que se imagina. No son bichos raros, ni seres irracionales, ni nadie les ha comido la cabeza. Simplemente son jóvenes que buscan en Dios, en la fe, en la Iglesia, la respuesta a las preguntas que la ciencia no puede darles. Ernesto Gómez Juanatey.