Estos gallegos...

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Agostime | EUROPAPRESS

21 feb 2024 . Actualizado a las 14:53 h.

Tres días antes de que las urnas falaran, el escritor de Vilardevós Xoán Tallón escribió en la red social X: «Es que los gallegos». Nada más. Un escueto «es que los gallegos», un enigmático «es que los gallegos» en el que había más contexto que en el célebre microrrelato de Monterroso. Pocas veces se había hablado tanto de los gallegos como estos días. De lo que hacemos, de por qué lo hacemos, de cómo lo hacemos, de quiénes somos, de cómo somos, de a dónde vamos y de dónde venimos, si estamos solos en la galaxia o acompañados. Lo cierto es que el kilo de gallego en Madrid debe de andar caro a la vista de la cantidad de oráculos en los que se ha pontificado sobre lo que sucede a esta ladera de O Padornelo sin que hubiese un solo gallego en la sala. Horas de lugares comunes sobre los que sobrevolaba, implícito, ese «es que los gallegos» o en su defecto, más implícito todavía, algo acabado en -iño, la declinación recurrente de Mister Wonderful si fuese de Taboadela, porque qué turra con los sentidiños.

Sucede como en las series de médicos, que pueden ser perfectas para ver desde el salón pero disparatadas como manual científico. No olvidemos que si fuese por House la mitad de los humanos padeceríamos lupus eritematoso sistémico. Así que resignémonos a ser retratados desde el foro madrileño, en donde se afeitan todos los matices como si estuviésemos hechos de una pasta viscosa que nos induce un comportamiento indescifrable. Una propensión que además nos iguala, porque ese plural genérico de los gallegos misteriosos aplica una tabla rasa que nos nivela, cuando gallegos somos tanto los unos como los otros. Lo inquietante es que este mismo reduccionismo se administra a todas las periferias, territorios primitivos con bosques de eucaliptos en los que se hacen cosas raras que los analistas serios detestan.