Asco

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

SERGIO PEREZ | EFE

25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Non hai feira mala. La frase, tan vieja como el oficio de becerreiro, sirve para un mercado de ganado, para cualquier guerra y para una pandemia. No envejece. No importan ni la época ni los escenarios. Siempre hay alguien que siembra y recoge en el revés ajeno. Los listos. El mundo es de los listos. Otra verdad universal indestructible. La habilidad de parasitar, de sacar una jugosa tajada incluso de la fruta podrida, de ver una oportunidad en la enfermedad y a la muerte. Casablanca sin héroes. El mundo se derrumba y nosotros nos forramos. Los que especularon con las mascarillas haciendo negocios oscuros durante lo peor de la crisis sanitaria del covid son tipos que subastarían las plazas de los botes salvavidas durante el hundimiento del Titanic. Está la legalidad. Pero también la ética y la estética. Esa cosita llamada moral que algunos se sacuden del hombro con la ligereza del que disimula la caspa. Queda la mancha. Cuando la gran mayoría de la gente estaba muerta de miedo en casa, y el resto se sentía aterrorizada al salir por la puerta porque tenía que ir a trabajar sin protección y sin saber apenas nada de un virus que paralizó el mundo, unos cuantos dedicaban sus esfuerzos a facturar millones desde una posición de privilegio. El progresismo entendido como ese movimiento en el que progresan los amiguetes. El capitalismo interpretado como un concurso de chacales con licencia para medrar. Del saldremos mejores al saldremos millonarios. Si la vida les da limones a los de al lado, monta tú el puesto de venta de limonada. Pero a esos que solo miran sus ingresos no puede salirles todo gratis. Conseguidores que mueven hilos prestados. Que se enriquecen sin producir nada. Nada, salvo asco.