La electrificación de la automoción es algo imparable, pero su despliegue masivo aún se enfrenta a grandes retos económicos, técnicos y legislativos.
El principal de ellos es el precio. Los turismos electrificados aún no son las opciones más económicas. Este sobreprecio se puede compensar a través del ahorro de combustible, pero después de muchos kilómetros, y dependiendo del diferencial de precios entre electricidad y carburante. Esto explica el estancamiento y el despliegue desigual según las regiones.
Además, la subida generalizada de precios de los turismos ha derivado a compradores al mercado de ocasión, y provocado un envejecimiento del parque móvil. Esto son malas noticias para la seguridad y las emisiones.
La buena noticia es que ya se vislumbran bajadas de precios en los eléctricos asociadas principalmente al impacto de los cambios en los nuevos conceptos de fabricación, las economías de escala y las rebajas en los costes de las materias primas de las baterías. En un futuro se espera que el reciclaje juegue un papel importante en la cadena de valor y ayude a bajar más los costes. Se está trabajando en nuevos diseños de baterías que lo faciliten.
La entrada del vehículo eléctrico chino también empuja los precios a la baja, aunque supone un gran reto para la industria europea. China lidera la fabricación mundial de componentes de las baterías (alrededor del 70 %) y controla la mayoría de las materias primas. Sus fabricantes están centrados en el eléctrico y no necesitan reconvertirse. Desde Europa se está tratando de desarrollar una industria de fabricación de baterías doméstica y de asegurar el suministro de sus materias primas, pero hace falta más apoyo político.
Otro gran reto es el rango de autonomía de los eléctricos puros, sumado a una escasa red de uso público de recarga rápida. Los turismos electrificados ofrecen autonomía para cubrir la gran mayoría de los trayectos, pero un eléctrico en autopista a 120 km/h necesita recargar al menos cada 250-300 kilómetros. Aún no disponemos de suficientes puntos de recarga rápida, ya que requieren una fuerte inversión con un retorno incierto hasta que no haya más eléctricos en la carretera. En este aspecto, el apoyo gubernamental al despliegue de la infraestructura es necesario. A nivel técnico se está trabajando para aumentar la potencia de los cargadores y reducir los tiempos de recarga sin afectar a la vida de la batería.
La introducción de una nueva generación de baterías, las llamadas de estado sólido, mejorará la densidad energética, incrementando la autonomía, pero no se desplegarán hasta dentro de varios años. En todo caso, se cree que en un futuro convivirán diferentes familias de baterías.
En resumen, el precio, la autonomía y la red de recarga rápida son actualmente los mayores obstáculos a la adopción masiva del turismo electrificado en Europa. Se suma el contexto global de estancamiento de ventas de turismos, los procesos de reconversión industrial al eléctrico y la transformación general desde el coche como producto a la movilidad como servicio. Desde CTAG apoyamos a la industria en esta gran revolución, apostando por el futuro del vehículo eléctrico, conectado y autónomo.