Lecciones del «supermartes»

Jaime González Ocaña PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

Jay Paul | REUTERS

09 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El término es casi ridículo: «Supermartes». Recuerda a programa de la TVG. Es en realidad un día decisivo en las primarias presidenciales de EE.UU. Este año no ha sido diferente: Donald Trump ganó con tal holgura que el único rival que le quedaba en las primarias republicanas, la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley, tiró la toalla y retiró su candidatura.

Los resultados de Nikki Haley fueron negativos, pero muy interesantes. Perdió en todos los estados (14) menos uno, Vermont. El supermartes nos indicó el cisma fundamental que domina este ciclo electoral: el nivel educativo de los votantes. Haley consiguió ganar en Vermont gracias al voto en zonas urbanas y universitarias, como Middlebury. En estados en los que perdió, Haley consiguió ganar o resistir a Trump en zonas suburbanas con población de alto nivel de estudios, como Denver (Colorado), o los suburbios de Cambridge alrededor de la Universidad de Harvard (Boston), o Raleigh y Charlotte (Carolina del Norte).

Ahora ya ha empezado la campaña electoral de verdad: es Biden frente a Trump, cara a cara. El supermartes hizo obvios los cimientos del voto trumpista: es el candidato de los pueblos y pequeñas localidades, de la América rural, de la población sin estudios universitarios, del voto masculino (incluso está ganando votantes entre varones latinos y negros).

La noche del supermartes me quedé a escuchar el discurso de victoria de Trump. Hablaba en tono bajo, con su típico estilo sinuoso y demagógico, con ideas sesgadas, que reflejan su versión paralela del universo. El Gobierno de Biden ha estropeado el país, son unos incapaces. Los emigrantes nos causan violencia por todos lados. Biden ha traído a 350.00 ilegales a los EE.UU. ¡Qué gran país habíamos construido durante mi presidencia! ¡Qué gran economía, cuánta riqueza! Bajaré la inflación, bajaré los precios. Confiad en mí, tenéis que confiar en mí… Qué increíble la visión del país de este hombre —pensaba—. Qué razón tiene. ¿A ver si voy a tener que votar por Trump?

Eran las diez y media y me tuve que dar dos bofetadas en la cara para despertarme. Es una retórica insidiosa y manipulativa, que te atrapa si por un momento suspendes todo ejercicio de pensamiento crítico. Con el covid: «Que gran trabajo hicimos… no olvidéis, amigos, que nadie sabía de qué se trataba…». Internacional: «Nuestros enemigos nos respetaban: Rusia, Corea del Norte…». Trump llegó a decir verbatim: «La guerra de Ucrania no hubiera tenido lugar conmigo de presidente; Hamas no hubiera atacado a Israel».

En los sondeos, Trump aventaja a Biden en estados clave que este ganó en el 2020 por un puñado de votos: Arizona, Nevada, Wisconsin, Georgia, Míchigan. Sus juicios y embrollos legales han revitalizado a su base. Sus mentiras, delitos y amenazas no cuentan. Los demócratas tienen dos problemas serios: uno, con la candidatura de Biden, que tiene a su electorado dividido y apático; otro, con la vitalidad y popularidad de la candidatura de Trump.